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Morelos vive sus días más negros. La inseguridad es terrible y prueba de ello dan los testimonios que diversos trabajos periodísticos han dado a conocer en los últimos días. En la revista Proceso dimos a conocer la realidad que se enfrenta en todas las zonas de la entidad, particularmente los comerciantes y quienes ofertan diversos servicios, mientras que las autoridades del gobierno del estado simplemente no hacen nada, y además, muchas veces, parecen burlarse con sus declaraciones.

Es claro que el gobierno (es un decir) de Cuauhtémoc Blanco Bravo nos arrastró al peor momento que hemos vivido en mucho tiempo. Si bien la administración del tabasqueño Graco Ramírez fue una pesadilla con sus fosas clandestinas, sus masacres (como la Temixco), su mando único inservible e inoperante, su infinita soberbia e incapacidad; el del exfutbolista vino a refrendar que cuando se piensa que se ha tocado fondo, siempre hay alguien que puede cavar más profundo: Blanco simplemente no quiso gobernar, no es que no supiera (que es cierto), simplemente no quiso hacerlo.

El encargado de la gubernatura, Samuel Sotelo, personaje gris que navega en los estertores del peor sexenio que hemos tenido, salió a decir hoy que existen fuerzas oscuras que están enfrente y quieren perjudicar: “La verdad es que hay veces que se magnifican ciertas cosas. Faltan cosas por hacer, pero hay una estrategia y se está avanzando. Hay una campaña con intereses en contra de acciones de seguridad en el estado. Hay quienes quieren perjudicar, mientras más se avanza, los que están enfrente utilizan cualquier circunstancia para perjudicar, para atacar”.

Lo cierto es que este gobierno que está por terminar no hizo nada para mejorar las condiciones de vida de la población, menos aún por resolver los temas de inseguridad que tanto golpean a la gente. La organización Morelos Rinde Cuentas ha documentado la terrible situación en términos numéricos que vivimos en la entidad; en tanto, organizaciones de derechos humanos y feministas nos pintan la tragedia que produce la inacción gubernamental, sin embargo, escuchar de las personas afectadas lo que ocurre, las afectaciones que cambia a su vida, los límites que les impone, etc, puede ser aún más sobrecogedor ante lo que ocurre. Recuperamos dos testimonios que publicamos el pasado 1 de septiembre en las páginas de Proceso:

Dice una joven que no se identifica: “Voy a platicar lo que yo viví trabajando en un negocio de carnicería. Me tocó vivir tristemente la muerte de mi patrón. Llegaron personas armadas al negocio y pues nos apuntaron con el arma, y pues desafortunadamente a la persona a la que mataron fue a mi jefe. (Entonces) nos fuimos a otro lugar en donde supuestamente no iba a haber tanto problema, pero al estar ahí como al cabo de unos, ¿qué serán?, ¿cinco o seis meses más?, pues volvieron a atacarnos, otra vez, con armas. He visto morir a varios de mis compañeros. Tengo mucho miedo, tengo traumas, por eso no te doy ni mi nombre, disculpa”.

En tanto, un repartidor de refresco que tampoco se identificó nos cuenta lo que le ha tocado vivir en varias zonas de la entidad: “Ha estado bien cabrón. Tengo varios compañeros que les tocan zonas bien cabronas. Van a ver a los clientes y varios han cerrado. Los han obligado a cerrar, es más, ni les dejan sacar sus cosas, así les quitan el local y todo. Cuando no quieren, les queman el local con todo lo que hay dentro”.

Esta mañana se publicó un trabajo en un medio electrónico de corte nacional recuperando varios testimonios al respecto en el municipio de Cuautla. Ha sido uno de los municipios más golpeados y son tres líderes de comerciantes quienes han sido asesinados en menos de seis meses. Pero como esa zona está todo el estado. Mientras tanto, las autoridades de seguridad pública de Morelos sólo sirven para cobrar o para golpear a periodistas como ocurrió con Paco Cedeño (también en Cuautla) la semana pasada. Los jefes policiacos sólo culpan a la Fiscalía, que por supuesto que tiene lo suyo, pero la prevención es trabajo del gobierno del estado y no hizo nunca nada.

Es claro que la elección del pasado 2 de junio no refrendó el triunfo al grupo gobernante, porque el de Cuauhtémoc Blanco no pertenece a las filas de la transformación. Fue utilizado (como “tonto útil”) durante todo el sexenio por la 4T. Pero la transformación en Morelos, si va a ocurrir, comenzará a partir del 1º de octubre próximo. Los retos que tiene Margarita González Saravia son grandes, y hasta ahora ha dado muestras de que va en serio.

La primera de ellas fue nombrando a Miguel Ángel Urrutia en la nueva Secretaría de Seguridad Pública, en lugar del grupo actual, quienes intentaron, en el colmo del cinismo, promoverse para continuar en el cargo. “Nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer”, dice el poeta costarricense Isaac Felipe Azofeifa; y sólo podemos pedir tener esperanza de que, con la llegada del nuevo gobierno, las cosas mejorarán.