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El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas”. William George Ward. (1812 – 1882)

Desde hace ya varias semanas quienes se ocupan del análisis del acontecer político nos anunciaron que conforme se acercara el fin del año, el asunto electoral del 2021 se iría instalando como el tema central de la agenda pública y de la disputa que ahí se escenifica.

A tres semanas de que llegue a su fin este 2020 la información que predomina en los medios de comunicación, confirman lo dicho.

En los días de los que se ocupa este texto el tema central en el horizonte de las elecciones del 2021 es la alianza opositora pactada entre el PRI, el PAN y el PRD, la cual, si bien no es novedad, es significante porque ya trascendió el umbral de ser una posibilidad y se empieza a mover en el umbral de los hechos reales. Ya ha corrido tinta sobre el particular y sin duda lo seguirá haciendo en los días por venir.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador, con su peculiar estilo de violentar el marco jurídico que nos rige, ya se ha ocupado del tema durante varios minutos desde su púlpito presidencial mañanero y sin duda lo seguirá haciendo.

Algunos comentaristas como Guillermo Valdés Castellanos ven el tema de la Alianza opositora como un buen comienzo, de hecho así títuló su artículo del pasado 9 diciembre en Milenio; otros, como Alberto Aziz Nasiff lo ven con escepticismo: “La alianza que se propone para el 2021 es para cubrir 158 de los 300 distritos (61 para el PAN, 53 para el PRI y 44 para el PRD) por lo pronto, no tiene programa, ni parece que tenga objetivos democráticos. Lo que domina es un pragmatismo de sumas y restas, de votos y dinero, para recuperar posiciones. El hilo conductor es formar un frente antiAMLO”. La aritmética del pragmatismo. 08/12/2020

De lo expresado por Alberto Aziz me quedo con: “no tiene programa, ni parece que tenga objetivos democráticos. Lo que domina es un pragmatismo de sumas y restas, de votos y dinero, para recuperar posiciones”, y es aquí donde para mí emerge la pregunta fundamental: ¿recuperar posiciones para quién y para qué?

Y pues para responder la que identifico como la pregunta fundamental es indispensable poner en el centro del debate el programa político que se comprometerían a impulsar en relación a los asuntos que hoy nos agobian como sociedad.

En las elecciones del 2021 “se realizará la mayor renovación democrática de la historia del país, con una elección federal y 32 locales en las que estarán en disputa 21 mil 368 cargos. se renovará completamente la Cámara de Diputados; 15 gubernaturas; 30 congresos locales; mil 900 ayuntamientos y juntas municipales”, de ese tamaño es el desafío.

En un cierto orden, que se puede recorrer de lo local a lo nacional, o de lo nacional a lo local -da lo mismo-, es posible identificar la especificidad de los principales retos. Enumero los cinco que me parecen nodales y los ordeno de acuerdo a como considero deben ser abordados:

1° La violencia contra las mujeres en todas sus formas y en todas sus expresiones;

2° La atención justa, expedita y de fraterna solidaridad retributiva, a todas las víctimas de la violencia, priorizando en todos los casos a las niñas y niños;

3° La contención del desastre educativo propiciado por la pandemia del Covid–19, en todos los niveles educativos priorizando la atención a quienes desertaron o fueron ubicados en los márgenes del sistema educativo;

4° El diseño democrático de un plan integral de seguridad humana y su puesta en práctica vigilando democráticamente la realización de metas por áreas de responsabilidad.

5° Diseño participativo de un plan económico de recuperación y reconstrucción y su puesta en práctica vigilando democráticamente la realización de metas por áreas de responsabilidad.

Evidentemente no se abarcan la totalidad de retos existentes, sin embargo, es posible que frente a lo que nos ubicaríamos es frente a un “ajuste de velas”, es decir frente a un actuar político realista.

Soy de la idea de que de cara a las elecciones del 2021 la peor idea es casarse con lo que Alberto Aziz denomina “el hilo conductor “AntiAMLO”, hoy apostarle a ese hilo conductor es muy probable que derive en un fortalecerlo, creo que a lo que hay que apostarle es a demostrarnos como ciudadanos, como sociedad y como nación que podemos darnos rumbo que podemos tener causas que nos den oportunidad de desplegar lo mejor de nosotros mismos en beneficio de la colectividad a la que pertenecemos , de la que somos parte y la cual nos permite ser.

“Para que pueda ser he de ser otro, -dice Octavio Paz- salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia”.

En estos días de silencio y reflexión con frecuencia me pregunto sobre ¿por qué no hemos sido capaces de convertir la contención de la pandemia en una causa similar, por ejemplo, a la que convocó a la sociedad civil cuando se dieron los terremotos de 1985 o del 2017, u otros desastres naturales?

No tengo una respuesta a la pregunta, sin embargo, tengo la impresión de que al más alto nivel hay una voluntad expresa de que ello no suceda. La politización enfermiza del asunto del cubrebocas, creo que apunta en ese sentido y es aquí donde creo que tal y como sucedió en el ´85 la sociedad civil se debe de apropiar de la iniciativa.

Apropiarse de la iniciativa pasa necesariamente por comprender que la predica matutina desde el púlpito de Palacio Nacional, es la de un optimista que le está apostando siempre al que viento cambie y mientras ello sucede se entretiene denostando a todos los que no le aplauden.

El viento hoy, es el que es, no va a cambiar, es momento de que ajustemos las velas.

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