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Claro que Graco Ramírez sigue actuando en Morelos. Particularmente debe molestarle tener que comparecer ante un juez de control, como lo ha tenido que hacer ya dos veces debido a que recibió un préstamo ilegal proveniente de los recursos públicos. Es lo menos por lo que debería ser juzgado, pero dada la protección que le ofrece la propia ley que se confeccionó, es lo único por lo que lo veremos ante un juez.

El viernes pasado, Graco tuvo que acudir ante un juez, con la esperanza de que lo exoneraran de los cargos y, oh sorpresa, más bien lo volverán a imputar. Hay elementos dice la Fiscalía Especializada en Delitos de Corrupción para imputarlo por ese mismo cargo por el que creía que sería exonerado. Así que todavía lo tendremos en varias audiencias, al menos la incomodidad seguirá ahí, a sabiendas de que difícilmente lo veremos tras las rejas.

Pues la operación de Graco aparece permanentemente en varias pistas. Por ejemplo, el sábado pasado, azuzados por la desinformación de quienes se benefician directamente del uso ilegal de un edificio público, personas de varias colonias y fraccionamientos de Cuernavaca, montaron una protesta en la inauguración de las Caravanas del Pueblo: Territorios de Paz y Buen Vivir, que se instalaron en los Patios de la Estación. Las cartulinas de la protesta defienden un proyecto que me parece loable: una academia de música dirigida por un "cristiano" (así dice su perfil de Facebook) y que según presume otorga becas a "niños pobres" para que aprendan música. Es realmente loable.

El tema es que también funciona como academia de música privada que cobra y bastante bien a quienes pueden pagar. Hasta ahí no hay ningún delito ni falla. El problema es que este negocio que hace caridad cristiana ocupa desde la época de Graco Ramírez el edificio remodelado con recursos públicos federales que alguna vez ocupó la Estación del Ferrocarril en Cuernavaca. Es decir, un edificio público, remodelado y acondicionado con recursos públicos. Ahí es donde lo loable pierde su encanto para transformarse en un abuso con tintes de fraude. Según Manuela Sánchez, eterna lidereza de la colonia Patios de la Estación, el nombre del barrio y su población se usaron para conseguir recursos de fundaciones privadas para comprar instrumentos musicales, con el argumento de que eran para "niños pobres". Algunos otros fueron comprados por el propio estado, según me cuenta otra fuente. Total que esos instrumentos, es complicado saber cuál es cual, ya se privatizaron por la vía de los hechos. Otras señoras de la Estación me cuentan que a ellas les pidieron de la Academia Benning documentos de sus hijos para becarlos, y luego ya no les hablaron nunca. Aunque han comprobado que los recursos para las becas sí llegaron. ¿En qué obra de caridad cristiana se habrán ocupado? Sabrá Dios.

La manifestación del sábado contrastaba con las personas de la Estación que se dieron cita en ese lugar. En todo caso, este lunes serán recibidos por la gobernadora, para explorar alternativas. Total, la academia puede y debe seguir operando, pero tendrá que hacerlo en un edificio que rente o le donen. Porque al menos ahora, ya le pusieron un algo a su intención de seguir expoliando los bienes públicos para beneficiarse particularmente. El cristiano caritativo se llama Tito Quiroz y claro que está molesto. Siempre que un negocio cierra es molesto. Al final del discurso de la gobernadora el sábado en La Estación, sólo le faltó decirles a los manifestantes: "Se les cayó su credencial de Graco".

Y ya se acabó el espacio, ya no podemos hablar de otra de las pistas donde el tabasqueño está actuando ahora: la del Poder Judicial de Morelos, que pretende controlar, vía de su abogado personal, Juan Gabriel Vargas, quien se ostenta como presidente del Tribunal Superior de Justicia, aunque creo que ahí va a fracasar, también.