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La semana que concluyó ha sido de las peores para Cuauhtémoc Blanco Bravo, hasta ahora. No sólo porque se mantuvo como tendencia mediática y de redes sociales desde el sábado 8 de marzo, cuando fue parte del discurso de repudio de las miles de mujeres que marcharon por las principales calles del país, particularmente de la Ciudad de México, sino que otros hechos, provocados por él mismo, hicieron patente que se mantiene en la diana de la crítica y la descalificación, mientras el clamor de que sea desaforado y sometido a proceso legal crece fuera de su partido, pero también dentro.

Durante la semana, un grupo de periodistas dio con él en alguna oficina del Congreso del Unión y fueron por sus declaraciones y dichos. No pudo como durante su gobierno en Morelos, blindarse de la mayoría de los medios de comunicación con fuertes cantidades de dinero, los representantes de la prensa en Ciudad de México lo ametrallaron con preguntas. Desacostumbrado al escrutinio, estuvo a punto de protagonizar un sainete como los que hacía en Morelos al principio de su administración en la gubernatura, cuando a las primeras de cambio lanzaba algún insulto o maldición para detener el cuestionamiento.

Enojado, aseguró que ya no iba a dar entrevistas a los medios de comunicación, sin reparar en que está obligado a hacerlo. Es claro que Cuauhtémoc Blanco no tiene idea de qué es el Estado, la administración pública, la representación popular, la política. Considera que tiene derecho a hacer lo que le venga en gana, como cuando era ídolo de barro en el futbol mexicano. Pero no señor. Aquí está usted para rendir cuentas porque todo este tiempo, desde 2015, más o menos, vive del erario, de los recursos públicos, por lo tanto, no es su decisión, es su obligación responder a las críticas y cuestionamientos.

Luego, entre miércoles y viernes la pesadilla. Primero las dos órdenes de aprehensión en contra de personajes muy cercanos que estuvieron en su gabinete: Dionicio Álvarez Anonales, extitular del Fideicomiso del Lago de Tequesquitengo; y Omar Nasser Taboada, exsecretario de Desarrollo Agropecuario, ambos a salto de mata desde esta semana, involucrados en actos de corrupción serios. A ello se sumaron las imágenes que se compartieron más allá de nuestras fronteras, en las que aparecen cráneos humanos utilizados para rituales de santería, en casa de Álvarez Anonales, sumando más delitos, pues tiene qué explicar cómo y por qué tenía en su propiedad tres cráneos humanos.

Finalmente están los dos videos que se compartieron en redes sociales. El primero en la mañana del viernes y por la noche la precuela. En reconstrucción, en el primero se ve cómo su esposa, la exmodelo brasileña Natalia Rezende le reclama por su irresponsabilidad frente a su menor hijo y en el segundo ella intenta huir de su casa luego de ser agredida sin que nadie le preste ayuda. Hasta ahora, tanto Blanco como Rezende han guardado silencio ante los dos videos, pero esta semana no podrán callar al respecto.

Y luego, el martes próximo la Sección Instructora de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, sesionará y seguramente dará entrada a la solicitud de la Fiscalía de Morelos para despojarlo del fuero y que así sea aprehendido y presentado ante un juez para ser imputado por violación en grado de tentativa, muy problamente después ser vinculado a proceso y en una de esas hasta con prisión preventiva oficiosa.

Pero bueno, quedamos con esto. Claro que debe estar enojado el exgobernador y actual diputado, tanto que le costó que hace un año le aseguraran un lugar entre los diputados plurinominales federales, que se pudo mantener en el gobierno estatal a pesar de ser candidato, para que ahora le salgan con que no va a tener la protección que tanto buscó. Y lo que seguramente invirtió. Claro que es justo que esté encabronado. Para que sepa lo que sienten miles de morelenses, también encabronados porque el desmadre que dejó y el saqueo que protagonizó.