Vivir como influencer: un ideal aspiracional tan insostenible como inalcanzable
Una característica de nuestro tiempo es la posibilidad de modelar de forma masiva nuestro deseo y aspiraciones
Por: Adriana Figueroa Muñoz Ledo, Visitas: 9686
En los últimos años, las redes sociales se han convertido en escaparates donde miles de influencers muestran su vida diaria entre viajes, prendas de moda efímera, rutinas de bienestar y una estética aspiracional que augura éxito y felicidad. La vida diaria se convierte en el producto de venta principal de muchos de estos influencers, sea esta real o producida. Muchos de estos modelos de vida resultan problemáticos debido a que son económicamente excluyentes para el grueso de la población, además de que, suponiendo que estuvieran al alcance de la mayoría, resultan ambientalmente insostenibles.
El modelo asociado al “vivir bien” que circula masivamente entre los contenidos de la mayoría de estos personajes suele estar asociado al consumo constante. Desde una perspectiva ambiental, el modelo de consumo rápido que se publicita tiene consecuencias directas sobre el planeta. La cultura de “usar y desechar” se contradice con los discursos de sostenibilidad que muchos influencers intentan adoptar superficialmente. Por supuesto, esto es la marca del capitalismo y no es nuevo, sin embargo, ha aumentado su capacidad que tiene hoy para alcanzar e impactar a públicos cada vez más amplios. La ropa de temporada, los cosméticos de lujo, lo último en tecnología y experiencias “únicas” se presentan como un referente a desear. Así, tanto el valor personal como el de la vida de cada quien se mide en la capacidad de mostrar el éxito material, mismo que se presenta como el resultado del esfuerzo y mérito individual, desconociendo las condiciones estructurales que lo hacen posible para algunos, pero prácticamente imposible para la mayoría.
La manera en que estas representaciones van configurando el deseo también es digno de destacar. Y si bien, esto tampoco es un fenómeno nuevo, las y los influencers cuentan con una capacidad de, como su nombre lo indica, influir en el deseo de masas. No solo hablamos de lo que pensamos y a lo que aspiramos, sino lo que nos resulta deseable y lo que no. Como es de imaginar, estos modelos descansan predominantemente en normas culturales y estéticas asociadas a la blanquitud, de modo que, por ejemplo, refuerzan estereotipos sobre qué cuerpos son deseables, es decir, contribuyen a la colonización de nuestro deseo.
Por ello, es necesario cuestionar estos ideales aspiracionales tanto desde el consumo, como desde una ética de la influencia. ¿Existe responsabilidad entre quienes promueven estilos de vida insostenibles y colonizantes? ¿Qué papel jugamos cuando validamos estos modelos? Cuestionarlos no pretende cancelar a nadie, sino abrir espacio para imaginar otras formas de belleza, éxito y pertenencia.
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