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Fotograma del video difundido por Donald Trump respecto al imaginario resort en Gaza - Foto: Especial

Una Extraña Enemiga: Colonialismo Digital

Reflexiona sobre como la inteligencia artificial crea narrativas visuales que ocultan realidades para dar paso a proyectos imperialista-coloniales

Por: Adriana Figueroa Muñoz Ledo, Visitas: 8993

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El martes de la semana pasada, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, compartió en su cuenta de X un video generado con Inteligencia Artificial (IA) en el que se escenifica su visión sobre el futuro de la Franja de Gaza: un complejo turístico donde él, Musk y Netanyahu aparecen como alegres vacacionistas de un resort paradisíaco, donde el nombre y la imagen de Trump aparecen a cada esquina y donde los niños son felices atrapando billetes que los millonarios del mundo han arrojado generosamente al aire. 

Esta fantasía es un proyecto confeso que, gracias a las posibilidades de la IA, se construye y fortalece a partir de una narrativa visual que no depende de las imágenes reales, es más, ni necesita mostrarlas. Aun si se muestra en miles y miles de videos, la representación visual real corre el riesgo de quedar sepultada por la imagen ficticia de un proyecto imperialista-colonial. Este resort imaginario sepulta a las personas desplazadas y fallecidas, silencia el miedo, el hambre, el horror y toda una historia de invasión. Sepulta realidades e impone narrativas globales de poder. 

Retomando la propuesta del sistema-mundo del sociólogo Immanuel Wallerstein, asistimos a un centro global que desarrolla y controla la IA en beneficio propio, que la utiliza para representar a las periferias al tiempo que las imposibilita para intervenir en la narrativa que de ellas elabora. En el video antes mencionado, Trump nos habla de Gaza, pero sin Gaza; nos habla de gente en Gaza, pero sin la gente de Gaza. Trump nos presenta un paraíso al más estilo del sueño americano, sin necesidad de mostrar el genocidio. Solíamos decir que la realidad superaba a la ficción, pero hoy presenciamos el diseño de ficciones que, antes de concretarse en la realidad, pretenden insertarse a modo de discursos visuales que nos alisten para esa realidad, que hagan de esa realidad virtual una realidad real aun sin serlo como tal. 

En este contexto de colonialismo digital es difícil para las resistencias de las periferias desarrollar contrapesos efectivos. Ejemplos como el de este video, reitean la asimetría tanto en el acceso y control a la tecnología, como en la participación para la producción de discursos globales. Ninguna tecnología ha sido ni es neutral. En el caso de la IA, hoy observamos cómo su desarrollo y control está sirviendo para crear escenarios especulativos que benefician una narrativa geopolítica específica. 

Dado este contexto, no deberíamos ignorar el peso que tienen las narrativas visuales en la configuración y legitimación de realidades. No importa cuán falsa sepamos que es una imagen, lo importante es preguntarnos qué imagen de la realidad nos está ocultando y para qué. También habrá que respondernos –muy honestamente– si esa representación representa nuestro posicionamiento político… porque incluso, quien diga que “le da igual”, ya se estará colocando en algún sitio.

 

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