

Archipiélago de libertad: Humberto Maturana, una vida autopoiética
Hace unos días murió el científico social chileno, profesor prestigioso de la Universidad de Chile y creador del concepto de autopoiésis, junto con Francisco Varela; fue estudioso de las neurociencias
Por: Juan Jesús Güere, Visitas: 1685
«No puedo seguir viviendo un tanto más —afirmaba el biólogo chileno Humberto Maturana meses antes de su muerte—. No quiero morirme desastrosamente —enfatizaba—, quiero morirme con una cierta coherencia armónica entre los seres vivos con los cuales coexisto. Me moriré tranquilo y encantado de ser parte de esta armonía». Así, el prestigioso profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, doctor por la Universidad de Harvard y prestigioso biólogo con estudios en Inglaterra y Estados Unidos, presagiaba su propia autopoiesis de vida ante la muerte.
Falleció —o mejor dicho pasó a la inmortalidad— el pasado 06 de mayo a los 92 años de edad. Dejando un legado memorable e imprescindible en la biología, en las ciencias y en el pensamiento reflexivo ante las cotidianidades. Desde Masiosare, rendimos un homenaje al pensador del sistema social. Recordando sus esfuerzos para con el Instituto de Formación Matríztica y su incansable reflexión sobre la dinámica biológico-cultural de la existencia humana.
A. Sobre Maturana
Precursor de la neurociencia y creador —junto a Varela— del concepto: Autopoiesis. Sin duda, una vida dedicada a la investigación científica y al pensamiento reflexivo. Nació el 14 de septiembre de 1928 en Santiago – Chile. Después del Liceo, ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, para luego trasladarse —al haber ganado una beca de la Fundación Rockefeller— a University College London para estudiar anatomía y neurofisiología.
Maturana en su laboratorio
El ímpetud de Maturana, le llevó a desarrollarse como investigador asociado dentro del Massachussets Institute of Technology (MIT), en el Departamento de Ingeniería Eléctrica, entre 1958 y 1960. A su regreso a Chile, se convirtió en ayudante segundo en la cátedra de Biología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Hechos académicos que contribuyeron con su prestigio y con la profundidad de sus ideas. Ya en 1970 descubrió y desarrolló —junto a Francisco Varela— el concepto de «autopoiesis». Más adelente, en el año 2000 logró fundar el Instituto de Formación Matríztica —junto a Ximena Dávila—.
B. Autopoiesis o crearse a uno mismo
En la Conferencia «Nobel Prize Dialogue», el multidisciplinario Maturana, afirmó que la pregunta básica para entender la «autopoiesis» es: ¿Qué es lo vivo y qué muere?, ¿qué tiene que estar pasando en un ente para que yo, mirándolo desde afuera, pueda decir que es un ser vivo? Las respuestas a estas preguntas fueron desarrolladas a lo largo de más de 70 años por el mismo Humberto Maturana y, más adelante, por su colega Francisco Varela.
Autores que se centraron en acuñar la «autopoiesis» como combinación de dos palabras: «Auto» que significa «sí mismo» y «Poiesis» que denota la «creación o producción». En síntesis: los seres vivos somos sistemas autopoiéticos moleculares. Es decir —en términos de Maturana—, somos sistemas moleculares que nos producimos a nosotros mismos. Haciendo que, la realización de esa producción de sí mismo se constituya como el mismo proceso de vivir y coexistir.
Para los citados biólogos, un ser vivo no es más que un sistema cerrado que se crea a sí mismo de manera progresiva. Se repara, se mantiene y se va modificando constantemente. Quizá el ejemplo más ilustrativo sería una herida que sana progresivamente. Por otro lado, la Enciclopedia Británica, afirma que la «autopoiesis» es uno de los conceptos más elaborados en el campo de la ciencia y de la vida. Circunda la idea de que, a diferencia de las máquinas —cuyas funciones son automatizadas y diseñadas por el ser humano—, los organismos se gobiernan a sí mismos.
Sin embargo, los seres vivos, tienen que estar en constante intercambio de flujos químicos creados por el mismo sistema. La «autopoiesis» tiene que desarrollarse constantemente, porque cuando esta se detiene, el cuerpo humano deja de existir. Esta teória es adaptable a todas las áreas y a la diversidad de manifestaciones sociales, culturales, económicas, educativas, políticas y demás. Ergo, la «autopoiesis» empieza con la creación constante de cada uno.
Maturana, en 2019
C. De lo racionar a lo emocionar
Susana Bloch junto a Humberto Maturana —en el 2014—, publicaron un texto titulado: «Biología del Emocionar», en el que conversan —a forma de bailes y canciones— sobre las emociones, los sentimientos y el desarrollo biológico del sentir y hacer. Maturana, comprende a las emociones desde una mirada biológica, mientras que Bloch piensa la acción de las emociones a partir del «Alba Emoting». Este último es un método psicofisiológico que puede adaptarse a la vida cotidiana de las personas y, sobre todo, a su quehacer profesional.
El paso del racionar a lo emocional, sucede cuando el ser humano adquiere, desarrolla y practica una mirada poética de la realidad. Esta mirada capta lo nuevo, lo sensible y lo que se muestra entre líneas. Ocurre y tiene su origen en el amor desde la comprensión y explicación del otro. Observando lo que está oculto a través de la confianza entre personas y hechos. La mirada poética —Volviendo a Bloch y Maturana— es el vehículo para pasar de una sociedad lógica, lineal y parametrada a una sociedad más inclusiva, dialógica, comunicativa y sobre todo abierta y multidisciplinaria.
En suma, según el legado de Humberto Maturana, las emociones se construyen a cada instante como el fundamento del buen vivir. El «emocionar» es el proceso a través del cual una emoción fluye hacia otra en el fluir de la vida misma. De esta manera, se afirma que los seres vivos tienen diversos emocionares en su interacción con su biósfera o contexto. La multiplicidad de las emociones demuestra que el ser humano es interdependiente en búsqueda de una armonía natural. El convivir solo puede existir bajo el gozo de vivir a través de la cooperación, la solidaridad y el respeto por las diferencias.
Nada peor —dice Humberto— que la indiferencia, el no oírse, el no tocarse, el no mirarse, el no verse. No amarse.
Te recordaremos maestro, en cada teoría propuesta, en cada concepto, en cada libro y artículo publicado. Te emularemos en cada autopoiética y en cada mirada estética. Vivirás eternamente en nuestras biósferas cósmicas. Hasta siempre.
jgueporras@gmail.com
+51 944835166
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