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Plagio, de Héctora Aguilar Camín - Foto: Foto: Especial

Platiquemos de libros: Plagio

El autor aborda una de las más recientes novelas del escritor y articulista Héctor Aguilar Camín, titulada Plagio, editada por Random House, en México en 2020

Por: Carlos Garza Falla, Visitas: 1235

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Plagio, una novela de Héctor Aguilar, es uno de los libros que me acompañó los últimos días de 2020. Lo disfruté de principio a fin y a su término la incluí en la columna de los libros cuya lectura me ha sido agradable y placentera.

Es una novela corta, sencilla, de fácil lectura y si bien el plan de la obra se nos anuncia en las primeras páginas, ello no le resta intriga y sorpresas.

El plan de la obra al que me refiero ha sido usado como parte de su marketing, el propio autor lo publicó en el sitio de Nexos el 29 de octubre del 2020.

Lo reproduzco de ahí.

El plagio es la forma más sincera de la admiración. Jorge Luis Conrad

Un lunes anunciaron que me había ganado el Premio Martín Luis Guzmán, de escritores para escritores.

El martes, me acusaron en la prensa de haberme plagiado unos artículos periodísticos.

El jueves, me acusaron de haberme plagiado también el tema de mi novela ganadora.

El lunes de la semana siguiente, setenta y nueve escritores firmaron una carta en mi contra. Esa misma mañana, descubrí que mi mujer era el vínculo secreto de mis acusadores, la descuidada informante del escritor que había denunciado el plagio de mis artículos y el de mi novela, el verdadero instigador de todo, al que por eso en este libro he llamado Voltaire.

Los firmantes de la carta exigían que devolviera el premio y que renunciara a mi puesto en la universidad (Yo era director de cultura, un pequeño imperio).

El miércoles siguiente, luego de discutir con mi amigo el Ingeniero y Rector, ahora mi examigo, anuncié mi renuncia al puesto en la universidad. Y también mi renuncia al Premio Martín Luis Guzmán, de escritores para escritores.

Mi mujer, a quien yo había hecho conductora del noticiero universitario, no se presentó a trabajar aquella noche, para no tener que leer la noticia de mi salida, según dijo. Pero esa misma noche yo supe otra cosa.

A la siguiente semana, el lunes, sorprendí una llamada de mi mujer con Voltaire. Había encargado que la espiaran, con consecuencias desastrosas.

No pude sino espiarla los siguientes días, martes y miércoles, también con consecuencias desastrosas.

El jueves, Voltaire amaneció muerto en su departamento. La noticia corrió desde temprano por la radio universitaria. Mi mujer y yo desayunábamos juntos ese día, como todos los días. Al oír la noticia, me miró espantada. Esa mañana se fue de la casa y me denunció.

El viernes me visitó la policía bajo la forma del detective Saladrigas. Saladrigas acabó descubriéndolo todo. Incluso, a su manera, quién era yo.

Todo esto requiere una explicación. Es lo que van a leer.

Cada línea escrita arriba esconde una pequeña historia y la última, un desenlace. He tratado de contar ese desenlace sin rodeos y sin vulgaridad.

Iré parte por parte.

Ahí está la clave. Se cuenta sin rodeos y sin vulgaridad.

Mi lectura de Plagio me impulsa a afirmar que Héctor Aguilar Camín nos muestra en ella su dominio del oficio de escritor precisamente en ese contar las pequeñas historias y el desenlace que le dan contenido y forma a la novela.

Previo a tener en mis manos el libro físicamente asistí virtualmente a una conversación, también virtual, sobre Plagio entre Rafael Pérez Gay y Héctor Aguilar Camín, la cual me reforzó la idea de leerlo y me hizo pensar que escribirlo había sido un divertimento importante para Héctor en el contexto de la coyuntura sociopolítica del país, en el cual durante un buen rato y viniera al caso o no, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en su papel de acosador de aquellos actores políticos que se le atragantan, incluía siempre en sus diatribas mañaneras a Aguilar Camín. Digo esto porque de la conversación entre Rafael Pérez Gay y Héctor Aguilar Camín me quede con la impresión de que Héctor había disfrutado mucho, un poco como adolescente travieso la escritura de Plagio.

La idea de que el autor disfrutó paso a paso la creación de Plagio la confirmé con su lectura.

Pienso que solo alguien que disfruta lo que está narrando, lo que está contando, lo que está platicando es capaz de comunicarle al lector instantes sublimes, donde la ironía se expresa en plenitud.

Y tengo para mí que precisamente es la maestría con la que el autor hace uso de la ironía la que le da a Plagio un toque que la convierte en un texto muy entrañable.

Kierkegaard escribió " … así como la filosofía comienza con la duda, la vida digna de ser llamada humana comienza con la ironía".

Sin duda, al concluir la lectura de Plagio es de agradecerle a su autor, yo se lo agradezco enormemente, las pinceladas de vida humana que nos muestra y la oportunidad de reconocernos, reflejados en ellas.

Termino exhortándolos a que se den la oportunidad de leer Plagio de Héctor Aguilar Camín. Literatura Random House. México, 2020; estoy seguro que la disfrutaran y que nos dará oportunidad de una sabrosa conversación. Platiquemos de libros, vale la pena.

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