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En su estupendo libro El cosmos arquetipal, de Keiron Le Grice (publicado por Atalanta, la editorial que fundó el duque de Alba después de Siruela, toda una garantía de calidad), el autor contrasta la visión mecanicista del universo, que nos ha permitido, desde Newton y el descubrimiento de las leyes de la gravedad, entender y manejar el mundo, con la visión de la física cuántica, en la que nada es fijo esencialmente porque todo es "relacional" y el comportamiento de un evento depende de factores que "mueven" su resultado. Para Le Grice no se trata, en pleno siglo XXI, de elegir entre una y otra. Es claro que la física de Newton sigue siendo válida. Sin embargo, considera el autor, es válida para procesos mecánicos, pero no para otros, que incluyen a la conciencia.

De otra manera, Carl Gustav Jung, el discípulo de Freud, había llegado anteriormente a la misma conclusión a partir de su concepción de los arquetipos, y al dotar a éstos de un "contenido energético", no en el sentido de que -si alguien quiera asesinar a un individuo y él saque un crucifijo y lo detenga-, de la cruz salgan "rayos". Pero los símbolos son poderosos.

Es famosa la anécdota de cómo en una clase, una alumna le contaba a Jung que había soñado con un escarabajo. Cuando terminó su relato, Jung abrió la ventana, tomó un escarabajo que "casualmente" estaba allí y se lo dio. Esa es una descripción perfecta de "sincronicidad" que no es más que lo antes dicho, una situación "relacional".

Bajo lo antes dicho, hay distintos sistemas simbólicos predictivos. Uno de ellos es el Tarot, conjunto de 22 arcanos mayores y 78 arcanos menores, éstos últimos divididos en palos: bastos, oros, espadas y copas. Fue creado por el duque Visconti, antecesor de Ludovico Sforza -quien llevó a Leonardo da Vinci a Milán-, aunque para algunos su origen es más antiguo.

Los Arcanos Mayores son el loco, el mago, la sacerdotisa, la emperatriz, el emperador, el sumo sacerdote, los amantes, el carro, la fuerza, el ermitaño, la rueda de la fortuna, la justicia, el colgado, la muerte, la templanza, el diablo, la torre, la estrella, la luna, el sol, el juicio y el mundo y los menores son el as hasta el número diez, el paje o sota, el caballero, la reina y el rey.

Los Tarots deben tener esa combinación para serlo. Hay otras cartas que se llaman a sí mismas tarots, pero son sólo oráculos, porque no tienen estas características.

Bajo las premisas arriba mencionadas de un sistema "relacional", el inconsciente, al hacer una pregunta, hace posible que "el Tarot le conteste". ¿Proyección del inconsciente? Quizás. ¿Sistema relacional? Tal vez. Si dudan, hagan la prueba; se sorprenderán. Mañana, el I Ching. ¡A seguirnos cuidando! (Dedicado a Felipe, Carmen, Brisa, Lucila, Olivia, Diego y Catalina, mis alumnos de Tarot).