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En la época de la eclosión del Imperio Romano y del predominio del latín, empiezan a surgir en distintos espacios geográficos europeos los primeros brotes de las nuevas lenguas. En Francia, la "langue d'oc" y la "langue de oïll" darían origen al francés.

Brotan también los primeros trovadores y juglares, que cuentan en los atrios de los templos o en los caminos historias que van rodando y tienen autores anónimos -o mejor dicho, muchos autores, porque, como los chistes actuales, cada quien le quita y le pone, hasta que adquieren una forma casi definitiva-.

Después vendrían las canciones de gesta, o poemas épicos. El más destacado es la Chanson de Roland, que narra la muerte este héroe, después de tocar el "olifante" para avisar a Carlomagno que ha sido derrotado en Roncesvalles. Estamos a finales del siglo XII.

Se empiezan a formar dos grandes ramas literarias: la que ensalza los valores de la caballería y del catolicismo y una literatura más popular, como la que se representaba en las pastorelas, así como la poesía goliarda, -llamada así por el clérico Golias, sobre cuyos cantos escribió el compositor Carl Orff su célebre cantata Carmina Burana. Sobre la primera rama se comienzan a formar ciclos narrativos en torno a distintos héroes; destaca el ciclo del rey Arturo, de fuerte influencia inglesa.

En forma paralela, en la corte, especialmente en la de Guillermo X de Aquitania, empieza a producirse un refinamiento que culmina en una poesía romántica, trovadoresca, en la que se idealiza a la mujer, en cuyo honor se componen versos que ensalzan su belleza y al mismo tiempo, las cualidades de quien la pretende y quiere ganar su corazón con esos cantos. El máximo representante de esta poesía es Arnaud Daniel (nacido en 1150), a quien Dante llamó "il maglior fabro".

En ese contexto surge el primer novelista europeo, Chrétien de Troyes, que en novelas como Tristán e Isolda, Erec y Énide, El caballero de la carreta y Perceval el galo, da muestras de una tensión narrativa y de una profundidad psicológica notables.

Esta época se cierra con tres obras, totalmente diferentes entre sí.

En primer lugar, las aventuras que componen Renart el zorro, historias en las que el zorro pelea con el lobo y que sirven, tomando como ejemplo las fábulas de Esopo, para reír y al mismo tiempo ofrecer lecciones morales.

La segunda es el Roman de la Rose (la novela de la Rosa), cuyos autores fueron Guillaume de Lorris y Jean de Meung. El primero le dio el impulso inicial y el segundo un tono filosófico. Esta obra maestra tuvo una recepción enorme, y es un ejemplo supremo de la alegoría -representación simbólica de la realidad-.

Esta época termina con el gran poeta universal François Villon. Condenado a muerte, escribe en vida Los testamentos. Con un pie en el otro mundo, nos brinda una reflexión profunda y conmovedora sobre la vida: "Y ya que es preciso que me vaya / y del retorno no estoy seguro / (no soy hombre sin defecto / ni como otros de acero ni estaño, / para los humanos vivir es incierto / y después de la muerte, no hay relevo; / me voy hacia un país lejano) / así dispongo estos legados".

A nivel político, la debilidad del Estado francés hizo surgir una heroína: Juana de Arco. Y el enfrentamiento con el Papa romano hizo que hubiera otro papado en la ciudad francesa de Avignon. ¡A seguirnos cuidando, que en la Edad Media no había coronavirus y hoy sí!