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Para leer en cuarentena: XXXIII de XL. Vladimir Nabokov

Durante cuarenta días compartiré con mis amigos textos y reflexiones, no solamente literarios. Lo haré con la convicción de que la literatura y el debate inteligente son antídotos contra el tedio, la ansiedad y el catastrofismo

Por: José Antonio Lugo, Visitas: 825

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El 23 de abril, además de cumplirse los aniversarios de las muertes de Cervantes y Shakespeare, celebramos un año más del nacimiento de uno de los más grandes escritores del siglo XX: Vladimir Nabokov.

Nació en la aristocracia rusa. Su padre era un liberal y tuvo que exiliarse en Berlín. Allí, el joven Vladimir comenzó a publicar sus primeros libros, en ruso, porque allí había una gran comunidad rusa. En los años 30, la llegada de los fascismos hizo que se disgregara y, a diferencia de lo que ocurre en la francofonía, donde hay en distintas partes del mundo ciudades donde se practica el francés, ya no había otro lugar fuera de Rusia donde se practicara su idioma. Emigró entonces a los Estados Unidos y comenzó a escalar una cuesta altísima: la de convertirse en un gran escritor en un idioma ajeno, el inglés. Lo logró.

En su libro de memorias ¡Mira los arlequines!, cuenta cómo su tía, cuando aún vivían en Rusia, le dijo un día mientras caminaban por el bosque que se fijara en los arlequines. El casi niño Nabokov le dijo que sólo veía los abetos. Su tía respondió: "¡Mira los arlequines! ¡Inventa el mundo! ¡Inventa la realidad!" Y dice Vladimir: "Lo hice. Por Dios que lo hice".  

Escribió muchas novelas estupendas antes de alcanzar el éxito. Destaco La defensa, sobre un campeón de ajedrez -sobre la que se hizo una película protagonizada por John Turturro- y Pálido Fuego, un exquisito artificio literario.

Pero fue Lolita el libro que lo llevó a la fama y le permitió dejar sus clases. Su Curso de Literatura Europea y su Curso de LIteratura Rusa son maravillosos. Como sabemos, fue llevada al cine por Stanley Kubrick, con Sue Lyon como Lolita -por cierto, falleció hace unas semanas- y en una versión más reciente con Jeremy Irons como el profesor Humbert Humbert. Recordemos el primer párrafo:

"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.".

Me gusta mucho, pero confieso que prefiero Ada y el Ardor, una novela quizá excesiva por barroca, que nos relata el amor incestuoso entre Van Veen y su hermana Ada.

He leído veinte o treinta libros de Nabokov, así como la erudita biografía de Brian Boyd. Lo he disfrutado muchísimo. Prestidigitador de las palabras, siempre añoró el ruso, al que consideraba infinitamente más rico en modulaciones que el inglés. ¡A leer Lolita! Y a seguirnos cuidando del C-19, mientras seguimos la huida perpetua de Humbert Humbert con Lolita, el amor de su vida, por las carreteras y los hoteles de paso de Estados Unidos...

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