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Es común ver a un personaje de novela reflejo de un escritor al que el narrador quiere criticar o hacer un homenaje. Un ejemplo puede ser Pursewarden, de El cuarteto de Alejandría, de Durrell, réplica de Henry Miller.

Otro recurso es convertir a personajes reales en personajes de novela, sin que medie un cambio de nombre. Y, también, utilizar una novela para recrear otra.

Ambos recursos los utiliza Mauricio Carrera en La vida endeble, su más reciente obra. Los personajes principales son Martha Gellhorn -compañera de Hemingway-, Arturo Díaz Vigil, personaje de Bajo el volcán de Malcolm Lowry, Alfonso Reyes y el cónsul Geoffrey Firmin. No venderé la trama. Sólo diré que el autor nos describe los pliegues de sucesos conocidos, las posibilidades que no nacieron a la luz, los amores ocultos. Una historia como la del cónsul trae consigo una constelación de historias alternas y complementarias.

Dice el narrador: "Brindé por ella. - Contra la muerte, Martha Gellhorn... Me temblaban las manos. Temblor de vejez y de una amarga desazón. Ahora todo parecía lejano, sin importancia. Miré mis manos, arrugadas, surcadas de duras venas. La vida endeble y esa gula de la nada que pronto me alcanzaría".

Hace años conocí a Mauricio en el taller que coordinó Alejandro Rossi. Hemos sido compañeros de mil batallas, colegas, cómplices, amigos. Lo seguiremos siendo. Lean La vida endeble, vale la pena.