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Hablemos de literatura erótica. Primero, los poetas Safo y Catulo. Siglos después, El Decamerón de Giovanni Boccaccio (Pasolini dirigió una gran película), el divino marqués de Sade (sadismo), y Sacher-Masoch (masoquismo). Después, las novelas de D.H. Lawrence; el Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio de Henry Miller. Por supuesto, George Bataille, que escribió novelas perturbadoras, como Historia del Ojo y el Abad C. y un libro teórico: El erotismo. 
Mi cuento erótico favorito es quizás "La marea" de André Pieyre de Mandiargues, escritor que en 1950 se casó con Bona Tibertelli, quien más tarde fue amada por Octavio Paz, quien la describió así -Sheridan dixit- en Piedra de Sol: "...toda la noche llueves, todo el día / abres mi pecho con tus dedos de agua, / cierras mis ojos con tu boca de agua, / sobre mis huesos llueves, en mi pecho / hunde raíces de agua un árbol líquido...". 
Mencionaré, también, mi libro Afroditas, Evas, Lolitas, titulado así porque todas las mujeres son diosas, mujeres de carne y hueso y creaciones de sí mismas. Sobre los personajes de este libro de cuentos, mi amigo Armando González Torres señala: "las mujeres de Lugo no son objeto pasivo de delectación, sino heroínas complejas, libres, capaces de ser solidarias, pero incapaces de someterse". 
Y mi maestro Juan García Ponce, quien merece otro ensayo.