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A últimas fechas la cultura mexicana ha perdido al Maestro Francisco Toledo, al Maestro Miguel León Portilla, a la Maestra Yvonne Domenge. Los celebraremos conforme a la tradición.

También es tiempo de celebrar la vida y a cuatro Maestros: José de la Colina, Alberto Dallal, Manuel Felguérez y el poeta Eduardo Lizalde, que aquí siguen.

Escuchemos al poeta hablar de la belleza, que es la vida: "Óigame usted, bellísima, / no soporto su amor. / Míreme, observe de qué modo / su amor daña y destruye. / Si fuera usted un poco menos bella, / si tuviera un defecto en algún sitio (...) / Pero su cruel belleza es implacable, / bellísima; / no hay una ronda de reposo / para su hiriente luz / de estrella en permanente fuga / y desespera comprender / que aun la mutilación la hará más bella, / como a ciertas estatuas".

Y de la muerte, que también es vida: "La madre verdadera de las artes / la única, es la muerte. (...) No habría lírica amorosa / ni poetas, / si ángeles fuéramos / en vez de esta familia / de transitorios vivientes / que de todo disfruta/ y a pasto se conforma / en el sólido mundo / que alegre y sin remedio / se corrompe sin tregua". ¡Salve, poeta! (A Olivia, en su cumpleaños).