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Ayer (14/10/19) murió el gran crítico literario Harold Bloom. Rescato dos citas de El canon occidental: "La verdad más profunda en relación con la formación del canon laico es que los responsables de esa formación no son los críticos ni los académicos, por no hablar de los políticos. Los propios escritores, artistas y compositores determinan los cánones, tendiendo puentes entre poderosos precursores y poderosos sucesores".

Y: "Creo que el yo, en esta búsqueda de la libertad y la soledad, lee en el fondo con un único objetivo: enfrentarse a la grandeza, que es la base de la experiencia estética que antaño se llamó lo Sublime: la pretensión de trascender los límites".

Su canon de inmortales estaba formado por Shakespeare, Dante, Chaucer, Cervantes, Montaigne, Molière, Milton, Samuel Johnson, Goethe, Wordsworth, Jane Austen, Whitman, Emily Dickinson, Dickens, George Eliot, Tolstoi, Ibsen, Freud, Proust, Joyce, Woolf, Kafka, Borges, Neruda, Beckett y Pessoa.

Ahora bien, ningún canon es estático. Cada época elige sus precursores. Lo que no debemos hacer es perder de vista a la grandeza, para usar sus palabras.

Ayer el New York Times recordaba el temor del profesor Bloom de que los departamentos de inglés en las universidades fueran sustituidos por departamentos de "estudios culturales", donde se estudiaran los comics de Batman, reemplazando a Chaucer y Shakespeare. ¡Qué ironía que haya muerto cuando se estrenó el Guasón!