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En el tercer tomo de su autobiografía: ¿Qué? la Eternidad, Marguerite Yourcenar escribió que en su infancia le ocurrió: “un milagro banal, progresivo, del que uno no se da cuenta hasta después que ha tenido lugar: el descubrimiento de la lectura. Un día los veintiséis signos del alfabeto han cesado de ser trazos incomprensibles, para ser la puerta de entrada a otros siglos, otros países, a multitud de seres más numerosos que los que encontraremos jamás en la vida, a veces a una idea que cambiará las nuestras, a una emoción que nos volverá un poco mejores”.

En la novela El lector, de Bernhard Schlink, Michel Berg, un joven de 15 años, se convierte en el lector en voz alta de una mujer mayor, Hanna. Ella tiene un pasado oscuro, pero esa es otra historia.

En la novela El lector a domicilio, de Fabio Morábito -quien por este libro recibió ayer*, en el Palacio de Bellas Artes, el Premio Xavier Villaurrutia, de escritores para escritores-, el protagonista, para cumplir con trabajo social una falta, lee también para otros.

¿Hace cuánto no le leen en voz alta a sus hijos, a un amigo, a su pareja un cuento o un poema? También pueden comprar un audio libro y oírlo con alguien querido. No sólo debemos leer en silencio, sino leer escuchando. ¿Por qué no hacerlo? Los invito.

* Le fue entregado el 11 de junio de 2019.