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En China les encantan las viejas caricaturas de Tom y Jerry y de Mickey Mouse.

Los dibujos animados forman parte de nuestra infancia. De un lado, el conservadurismo representado por Walt Disney, con Rico MacPato y su atolondrado sobrino Donald –tan atolondrado como su presidente homónimo-; en el otro extremo, la Warner Bros con Bugs Bunny y el pato Lucas, rebeldes e iconoclastas.

William Hanna y Joseph Barbera conformaron una pareja creativa excepcional. Tenían los dos extremos: los conformistas Picapiedra y Supersónicos, por un lado, y el genial transgresor Don Gato, acompañado de Cucho el yucateco, Benito, Panza, Espanto y Demóstenes.

Me quiero detener en el concepto del tiempo y las anticipaciones en ambas series. Uno de los mayores atractivos de los Picapiedra eran los animales-herramientas, como la tortuga/gato hidráulico o el pulpo bolichista. Había un pájaro en una jaula con un agujero en el centro. Una vez que veía la imagen, volaba a otra casa, se metía a otra jaula y con el pico grababa lo que había guardado en la memoria. ¿Reconocen al fax?

En Los supersónicos vemos las bandas para caminar –hoy en cualquier aeropuerto- y las televisiones planas colgadas del techo en las que se podían mostrar videollamadas. Sólo faltan los drones que soporten nuestro peso para poder volar como Súper, Ultra o Cometín.

Geniales anticipaciones de series entrañables. ¡Yabadabadú!