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Masiosare, primer aniversario - Foto: Foto: Masiosare

Masiosare, en el año de la gran reclusión

Xalvador García, escritor mexicano internacional, colabora con Masiosare. En este texto hace una reflexión sobre el momento histórico que vive el mundo; luego dice que el gran reto del periodismo es nutrir las expectativas de futuro

Por: Xalbador García, Visitas: 1348

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Hoy como nunca estamos comprendiendo que la constante de la vida es el cambio. El río de la existencia fluye y se transforma a cada segundo. Todo puede modificarse en apenas unas horas, días o meses. Para quienes apostaron hace décadas por el llamado “fin de la historia”, basados en un modelo económico y geopolítico que parecía inalterable, en estas últimas semanas la realidad les ha desmantelado todas las teorías. La historia no puede terminarse por decreto. Se vuelve imprescindible comprender que la Naturaleza es una fuerza inconmensurable y que la raza humana no es más que una pequeña hebra en el inmenso telar de la vida. Habíamos olvidado que las “certezas” construidas en nuestra cultura nada pueden hacer frente al poderío del Universo.          

Por más que filósof@s y pensador@s, artistas y escritor@s, hayan dejado la reflexión para refugiarse en el disfraz del adivino o el merolico, y dibujen próximos escenarios catastróficos y apocalípticos o, por el contrario, hablen del resurgimiento de una conciencia colectiva donde reinarán la solidaridad y el bien común, lo cierto es que nadie sabe lo que vendrá. Al final este no saber es lo que paraliza a la aldea global. La incertidumbre nutre al miedo y por ello se buscan asideros ideológicos para no naufragar en las neblinas de un futuro ignoto. El mensaje de la pandemia no se ha entendido entre nuestra sociedad. Nada podemos predecir, porque ese futuro tan añorado y tan deseado, sin importar su violencia o su benevolencia, no existe. Estamos varados a mitad del tiempo. 

El poeta y místico islámico Ibn Arabi escribió: “Me maravillé de un océano sin costa,/ y de una costa que no tenía un océano;/ Y a una luz de la mañana sin oscuridad,/ y en una Noche que fue sin amanecer”. Con versos más cercanos a nosotros, Antonio Machado lo explica de manera luminosa: “Todo pasa y todo queda/ Pero lo nuestro es pasar/ Pasar haciendo caminos/ Caminos sobre la mar”. Ese futuro tan añorado y tan deseado, sin importar su violencia o su benevolencia, no existe: se crea. Tras la pandemia, nada volverá a hacer lo mismo, porque si así lo permitimos, estaríamos sellando nuestra extinción como raza.

En medio de un cambio de época como la que actualmente experimentamos, donde los paradigmas más profundos de nuestra cultura por lo menos se cimbrarán hasta lo más profundo, se vuelve casi un compromiso ético repensar las prácticas sociales. Una de las más apremiantes en nuestro país es el periodismo. Una profesión que, en los últimos años, ha padecido el embate de la violencia generalizada que asfixia a México. Pero también una profesión donde se han sembrado las peores prácticas de la comunicación. Cuando el periodismo se vuelve una herramienta del poder o de los poderosos inevitablemente las sociedades se pudren.

Sin voces críticas, sin la exposición de los horrores de una cultura, sin ese constante fluir de información veraz, la democracia es un término vacuo y la justicia, un elemento más del desgaste cultural. Como bastión imprescindible de nuestra sociedad, el periodismo enfrenta hoy como nunca uno de los retos más importantes de su historia: aportar desde su trinchera discursos que nutran a ese futuro por construir. Aún con los riesgos que significa hacer periodismo en México, aún con los placeres que significa hacer periodismo en México, si los proyectos periodísticos de nuestro país no empiezan a generar idearios para el nuevo Mundo se caerá otra vez en la abulia informativa.

Es por eso que da gusto que un proyecto como Masiosare siga en la lucha luego de un año fulminante como el que nos hiere. Desde Morelos ha ido madurando una visión profunda de la práctica periodística. Lo local, lo regional, lo nacional han dejado de ser realidades para convertirse en simples etiquetas. Qué más pruebas de que somos parte de un Todo faltan para aceptarlo cuando un individuo en un mercado de china es el agente cero que pone en jaque a la humanidad entera. Es por ello que la labor de Masiosare es tan importante como valiosa en un Mundo que se reconstruye. A un año de su nacimiento no queda más que felicitar a su director, Jaime Luis Brito, por este sueño que apenas comienza.

 

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