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En diciembre de 2021, cuando comenzaban las tensiones entre Rusia y Ucrania, pero todavía era inimaginable una guerra, Putin declaró sobre el avance de la OTAN a la frontera de Ucrania: “¿qué pasaría si yo pusiera misiles en México?”, refiriéndose al país fronterizo de Estados Unidos.

La declaración no hizo mucho ruido en México, pero dejó ver que Putin considera a México “la Ucrania” de Estados Unidos; el país fronterizo y vulnerable que podría utilizar para una agresión o para presionar a Washington.

Las amenazas a Estados Unidos desde México no son nuevas. El “trauma” viene desde el Telegrama Zimmermann en 1917 enviado por el Imperio Alemán a México para proponer una alianza militar en caso de que Estados Unidos entrara a la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, Estados Unidos considera que la fragilidad de las fronteras en México y la inestabilidad política son una amenaza directa para su seguridad.

Por ejemplo, como consecuencia de los actos terroristas del 11 de septiembre, Estados Unidos reordenó sus prioridades para enfocarse en seguridad nacional y en la guerra contra el terrorismo. Las consecuencias directas para México fueron la militarización de la frontera, la construcción de un muro y la securitización de la agenda bilateral, presionando a México para que firmara acuerdos de seguridad. El principal miedo era que Al Qaeda pudiera hacer un ataque a EEUU desde México aprovechando que la frontera es el paso legal e ilegal de millones de personas.

Así que la declaración de Putin fue una amenaza directa a Estados Unidos y una señal de que podría hacer a México jugar el papel de Ucrania.

Y en México no hemos alcanzado a entender el tamaño de la amenaza. Desde mi punto de vista, existen dos síntomas de que la relación México-Rusia está cambiando vertiginosamente.

1. Espionaje: las noticias sobre el espionaje ruso en México han ido en crescendo desde hace unas semanas. Lo primero que supimos fue que un científico oaxaqueño fue acusado en Estados Unidos de espionaje y de colaborar con la inteligencia rusa. La historia es como de película. Héctor Alejandro Cabrera es un científico reconocido a nivel mundial en el campo de la biología, originario del municipio de El Espinal. Recibió una beca para estudiar en Rusia y al parecer fue obligado a trabajar para la inteligencia rusa en Estados Unidos porque tenía una esposa e hija en Rusia a las que no dejaban salir si no apoyaba enviando información desde Florida. Actualmente se encuentra esperando sentencia en una cárcel de Miami después de declararse culpable.

Esta noticia trascendió como una nota curiosa pero hace unos días que el Jefe del Comando Norte, Glen VanHerck, declaró ante el Senado Americano que México es el país con la base más grande de espionaje ruso, la historia del científico oaxaqueño regresó a la agenda y generó más curiosidad.

Pero ¿cómo comprobarlo? La única prueba de la presencia rusa en México que tenemos hasta el momento son las acreditaciones diplomáticas. Mientras que Estados Unidos tiene acreditados 46 diplomáticos y España 22, Rusia ha aumentado en los últimos años el número de personal en la Embajada: hasta el momento tenemos acreditados 49 diplomáticos rusos. Este es un cuerpo diplomático sospechosamente grande para un país con el que no se mantienen relaciones estratégicas ni de alto volumen comercial. Sin embargo, esto no es prueba de que existan operaciones de espionaje.

2. Polarización política en México: la semana pasada sucedió algo muy raro. Diputados del PT y de Morena conformaron un Grupo de Amistad México-Rusia e invitaron al Congreso al Embajador de Rusia para defender la postura de su país. Al mismo tiempo, diputados de MC y del PAN protestaron e hicieron una manifestación pacífica en contra de la guerra.

Esto pareciera algo normal ante cualquier conflicto entre 2 superpotencias. Pero es un paso peligroso. El comienzo de todo el conflicto Rusia-Ucrania fue porque existen en el país grupos políticos pro-rusos enfrentados a grupos pro-Europa. Esto es entendible al ser Ucrania un país que formó parte de la URSS y se encuentra geográficamente tan cerca de los países de la Unión Europea. Sin embargo, lo que comenzó como un conflicto político interno, ahora es una guerra que lleva más de 1 mes.

En conclusión, no considero que México vaya a sufrir de un conflicto armado. Pero lo que sí parece estar sucediendo es que las divisiones internas del país están tomando partido en esta nueva guerra no tan fría. Valdría la pena preguntarnos qué está motivando que México sea parte de este conflicto y contar con una postura oficial clara de parte del gobierno y sus representantes.

Para más ideas inconexas, en @yeyicapdeville