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El año 2022 empezó con demasiadas noticias - Ómicron, Revocación de Mandato, Guerra en Ucrania, Joe Biden insulta reportero…- provocando que el espectro noticioso se saturara de contenido. Pero en Canadá están sucediendo cosas importantes que considero que debemos ponerles especial atención desde México, al ser nuestro segundo socio comercial más importante.

El 15 de enero, el primer ministro Justin Trudeau pasó una ley que exige que choferes de camiones de cualquier nacionalidad, incluida la canadiense, cuenten con su comprobante de vacunación al entrar al país o, de lo contrario, se aíslen en cuarentena.

Esto hubiera parecido algo natural en un país en donde el 85 por ciento de los adultos están vacunados y en donde dos tercios de la población están de acuerdo con que la vacunación sea obligatoria. Pero no fue así. Desde hace dos semanas Ottawa se encuentra sumida en manifestaciones de camioneros y granjeros Canadienses que se niegan a vacunarse y piden la renuncia de Trudeau acusándolo de “fascismo sanitario”.

Y, como está sucediendo en todo el mundo, el populismo conservador va de la mano con los antivacunas. Lo que comenzó como protestas pacíficas, ha derivado en vandalismo, carteles con la esvástica y la bandera confederada.

El movimiento ha cobrado fuerza en las redes sociales conservadoras, por ejemplo, en Estados Unidos y en Australia ha habido protestas de camioneros en solidaridad con los canadienses y exigiendo el fin de las medidas sanitarias contra covid. Y por si fuera poco, los camioneros canadienses han recaudado más de 9 millones de dólares canadienses en su página de GoFundMe.

Por otro lado, la respuesta del gobierno de Trudeau ha mostrado la polarización de la política canadiense. Por un lado, Trudeau expresó que no se reunirá con los manifestantes y que no representan el sentir de los camioneros ya que, según sus datos, el 90 por ciento de los camioneros en Canadá están vacunados. Por otro lado, el partido conservador, liderado por el centrista Eric O’toole, ha acompañado a los manifestantes y apoyado algunas de sus exigencias, lo que nos puede dejar entrever que el movimiento es lo suficientemente grande para que tenga un peso electoral en las siguientes elecciones.

Pero ¿en qué momento el movimiento conservador se unió a los anti-vacunas? Existen muchas explicaciones y tesis al respecto, sin embargo, lo más importante es que sigue la línea de pensamiento anti-gobierno y anti-ciencia.  La desconfianza que genera para las personas conservadoras que los gobiernos puedan restringir sus libertades religiosas o políticas, aunado a la crisis por covid, ha sido la mezcla perfecta para unir el movimiento anti-vacunas con el conservador populista.

Pero ¿cómo poder ser empáticas con un movimiento así? Bueno, podemos comenzar por ver cómo se genera la desconfianza a las medidas de salud con el más reciente escándalo del gobierno de la Ciudad de México. En donde se le repartió a miles de personas ivermectina como tratamiento para el covid para participar en un estudio estadístico sin contar con la aprobación de los pacientes. Hasta el momento el caso no ha tenido consecuencias negativas en la salud de las personas pero ¿cuántas de las personas que recibieron el medicamento se sentirán como conejillas de indias del gobierno? cuando tengamos nuevos tratamientos anti-covid ¿cuántas de esas personas preferirán no tomarlo por miedo a ser parte de un experimento?

Así es como empieza la desconfianza en tiempos de pandemia. Estoy segura de que, si pudiéramos hablar con los camioneros de Canadá, encontraríamos puntos en común ante la ciencia y los gobiernos. Pero, en esta pandemia y en medio de una crisis mundial, ¿qué otra opción tenemos más que confiar?                                                                  

Para más ideas inconexas, en @yeyicapdeville