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Viviendas a menos de 30 cms del flujo vehicular (Imagen Gabriel Dorantes Argandar - Foto: Foto: Especial

El Paso de la Muerte

El autor es especialista en estrés causado por conducir y por el tráfico; ha analizado el tema del Paso Exprés de Cuernavaca, prácticamente desde su proyección

Por: Gabriel Dorantes Argandar, Visitas: 1645

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Cuando comenzaron a construir el Paso de la Muerte, tenía muchas observaciones al respecto. En aquel entonces, los argumentos que yo mismo ofrecía a los periodistas y autoridades a mi alcance no resonaban mucho, y por ello, poco pude comunicar mis comentarios sobre los errores y fallas de la ejecución de esta obra. El tema del Libramiento ha retomado auge, y ahora tengo la oportunidad de mostrar un poco de lo que considero son grandes equivocaciones. Éstas, aunadas a las que son de materia invisible (el agua que fluye por debajo de la vía y las edificaciones que la rodean, la dinámica del peso e inercia de los autos sobre el pavimento, el uso que se le da a las viviendas que tienen acceso a la vía, etc.), contribuyen a incrementar la vulnerabilidad de los usuarios ante la accidentalidad. Las fallas se agrupan en varias categorías: (1) Viviendas a un metro del flujo vehicular, (2) Viviendas con acceso a la vía, (3) Incorporaciones directas al flujo vehicular, (4) Muros colapsando, (5) Muros que invaden el carril, (6) Puentes peatonales que invaden el flujo vehicular o que no llevan a ninguna parte, (7) Desniveles entre los carriles, (9) Bombas de gasolina a menos de tres metros de la vía, y (10) Carriles mal trazados.

Perdonen ustedes que no lo llame “Paso Exprés Tlahuica” como le pusieron hace unos años. El nombre me parece una imbecilidad y la obra es un monumento a la corrupción. El cambio de nombre obedece a una costumbre incomprensible que tienen las autoridades de cambiarle los nombres a las cosas que se inauguran, aunque ya hayan sido inauguradas previamente (o sea la tercera o cuarta vez que se inauguran). Esta obra se proyectó en mil millones de pesos, y al final salió en más del doble. Gobierno Federal invirtió más de 2 mil millones de pesos mexicanos en 14 kilómetros de carretera. Así como usted lo lee, ésa fue la cantidad. Para tratar de dimensionar el tema, el déficit presupuestario de nuestra Universidad Autónoma del Estado de Morelos ya excedió los mil millones de pesos (la mitad), y no tiene para cuándo resolverse. Debe usted considerar que esos 14 kilómetros han sido un punto negro de la movilidad interurbana desde hace más de dos décadas, ocupando constantemente un lugar en los 10 tramos más peligrosos de las carreteras del país. Lo único que consiguieron con esta “inversión” fue aumentar la accidentalidad y la mortalidad de los conductores que transitan por esta vía (además de forrarse los bolsillos de dinero mal habido).

 

Hace dos años, dos morelenses perdieron la vida en un hecho que le dio la vuelta al mundo, el afamado “socavón”. Al parecer, muchos tramos de la obra están construidos con la misma lógica: erguir muros a los lados de la carretera, llenar el espacio que hay entre ellos con tierra, y cubrirlos con una carpeta asfáltica. Esto se hizo con la esperanza de que la obra soportara el cambio de sexenio. Como siempre, que sea el siguiente pelmazo en turno que atienda la problemática subsecuente. Pues dicho y hecho. Corren ya más de dos años que se inauguró la obra, ya llegó el siguiente pelmazo en turno, y hemos tenido que aprender a vivir con sus “imperfecciones”:

* la carpeta asfáltica no es pareja en toda su superficie,

* los carriles no tienen la misma anchura a lo largo de todo el trayecto,

* a veces hay 5 carriles, a veces 3 y a veces 2,

* rastrillaron la superficie de la carpeta para “mejorar el peralte”, lo cual ocasiona que no se pueda mantener el control del vehículo apropiadamente,

* las protecciones de ambos lados de la vía invaden los propios carriles,

* algunos de los puentes peatonales no vienen de ninguna parte, o no llegan a ninguna parte, y cuando lo hacen caen directamente sobre el flujo vehicular (aunque usted no lo crea, ver las imágenes anexas),

* los puentes que cruzan por encima del libramiento fueron adquiridos prefabricados, o no se midieron sus necesidades infraestructurales antes de su adquisición,

* pusieron el puente que iba en el cruce de Las Águilas en el cruce de Palmira, y viceversa (por eso el cruce de las Águilas hace agua cuando llueve y el de Palmira mide dos metros de ancho menos de lo que debería medir),

* muchos de los revestimientos de los costados de la vía fueron colocados precariamente (aplanaron directo sobre la tierra)

* muchas casas yacen a menos de 30 centímetros del flujo vehicular,

* algunas casas tienen acceso directo a la vía (que es federal),

* los muros de contención no son completamente paralelos a los carriles (es como si los hubieran dibujado a mano),

* algunas protecciones de metal tienen los pernos expuestos con dirección a la vía,

* las coladeras se están desmoronando, hundiendo, o han sido robadas,

* hay elementos de construcción metálicos (varillas, pernos, rejas y coladeras) que están expuestas y apuntan hacia la vía,

* etc., etc., etc. (vamos, por mencionar algunos).

El usuario no está excento de lo que él o ella contribuye a la vulnerabilidad. El uso que se le da a la vía y la circulación a exceso de velocidad también son factores, pero es increíblemente irresponsable que algunos periodistas y las misma autoridades quieran responsabilizar al conductor por un fenómeno que trasciende ese nivel de complejidad. El tema de la infraestructura es vital para la supervivencia de quienes hacen uso de ella para su movilidad. Las autoridades reportan que cerca de 60,000 unidades transitan por esta vía diariamente, pero en temporada vacacional ese número debe estar más allá de las 100,000 unidades. Sólo basta observar las variaciones y constrastar las estadísticas de tránsito de la Ciudad de México con las de Cuernavaca y las del Puerto de Acapulco para poder determinar la cantidad de usuarios que se trasladan del centro del país a los centros turísticos de Guerrero y Oaxaca, los cuales inundan el libramiento de Cuernavaca para estos fines.

El Paso de la Muerte es una bomba de tiempo. Así como todas las demás aristas de la problemática política y social provocadas por la negligencia, corrupción e impunidad de las autoridades de este país, estos 14 kilómetros y medio de infraestructura vial han resultado en la pérdida inecesaria de vida y afectaciones en el bienestar general de la población morelense y mexicana en general. Es necesario mantenernos al tanto de los próximos sucesos, porque seguirán apareciendo “detalles” de la obra, que muy probablemente sigan cobrando vidas, mientras que impresentables como Graco Ramírez, Ruíz Esparza y Peña Nieto, estén disfrutrando de los frutos que ésta y muchas obras más les significaron durante sus gestiones.

* Investigador del Centro de Investigación Transdisciplinar en Psicología de la Universidad Autónoma del Estado.

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