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El camino de la vida: Clases sociales y clasismo/clasista

Breve Glosario de Terminología Política Ambigua y Eufemística, se propone abordar diversos términos políticos que se utilizan comúnmente y que no significan necesariamente lo que aluden

Por: J. Enrique Álvarez Alcántara, Visitas: 545

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Planteamiento del problema. La metáfora geométrica —en variados análisis sociológicos, políticos, ideológicos o económicos— ha ocupado un lugar preponderante dentro de su lógica discursiva. Tanto es así que hoy por hoy podemos escuchar o leer expresiones tales como “Geometría política”, “Geometría económica” o “Geometría social”.

Hemos podido escuchar o leer, en diversos discursos o textos, que la posición que ocupan ciertas poblaciones, colectividades, grupos, organizaciones o personas, con respecto a su condición social, económica, política o ideológica puede ser identificados dentro de un espacio geométrico que permite observar una ubicación espacial hacia la izquierda, el centro o la derecha o, también, hacia arriba, en medio o hacia abajo. No omitamos que también, dentro de tal taxonomía, se hallan espectros que acercan o separan de los puntos nodales referenciales, imaginarios y arbitrariamente estipulados y asumidos, otros supuestos lugares que permiten identificar matices dentro de los contrastes.

Refiramos por el momento, con fines didácticos, las nociones “extrema izquierda”, “extrema derecha” o “centro izquierda”, asimismo deslindemos el “analfabetismo” del “analfabetismo funcional”, o las clases sociales que se encuentran dentro de los baremos de la pobreza y de quienes están dentro del círculo de la “pobreza extrema”; en fin. Asimismo, recordemos tan sólo la expresión “Los extremos siempre se identifican o unen al final”, derivada de una imagen geométrica de circularidad.

Una conceptualización geométrica tasada con base en parámetros arbitrarios y que, más que permitirnos comprender y explicar, hasta donde ello sea posible, nuestra realidad –con fundamento en reflexiones y análisis sólidos—, nos conducen a “explicaciones” y “alternativas” carentes de sustento plausible y contrastable.

Empero, más todavía, a la hora de realizar estudios o investigaciones dentro de los ámbitos considerados como sociales, con pretensiones académicas o científicas, y llegado el momento de elegir los sectores o grupos de población que serán incluidos dentro del programa de investigación, bajo los criterios de “inclusión de clase”, suele aparecen la taxonomía geométrica para organizar los subgrupos de estudio.

Este bagaje conceptual ha permitido, tan sólo ello, discusiones y discursos anatemizados y cargados ideológicamente hacia un galimatías sin salida.

Por ello, aquí me propongo responder a las preguntas ¿Qué son las clases sociales? ¿Cuáles son los criterios y parámetros imprescindibles para su definición, comprensión y explicación?

Desarrollo de la glosa. Como bien podemos admitir y reconocer, el concepto de clase social no fue una creación del marxismo. Antes que Marx y Engels o Lenin trataran esta cuestión, desde la Grecia clásica ya se apreciaba una idea clasificatoria de la sociedad; por ejemplo, Aristóteles divide la sociedad en esclavos y hombres libres y en su escrito sobre la Política divide a los ciudadanos en pobres, clase media y ricos.

Por su lado, también Tomás de Aquino dividía la sociedad en conglomerados sociales bastante claros.

Durante el desarrollo de la Revolución Francesa era muy nítido el reconocimiento de que la sociedad se hallaba dividida en diferentes clases sociales que ocupaban su lugar en virtud de la posición que tenían dentro de los ámbitos económico, social y del poder político.

Es decir, la idea de la posibilidad de clasificar cualquier sociedad en diferentes grupos sociales –siguiendo ciertos criterios de clasificación e inclusión de clase¬-—, y trátese de estamentos o clases sociales, se halla presente en las diferentes épocas y estadios del desarrollo social, desde el esclavismo.

Por supuesto que tanto Adam Smith como David Ricardo, en sus trabajos de economía, no prescinden de la noción de clases o estamentos sociales. Para ellos las clases sociales se diferenciaban en función de su lugar en la producción; en este sentido, refieren la clase agraria, la industrial y la asalariada las cuales se agrupaban en función de las fuentes básicas de la renta: la tierra, el capital y el trabajo.

Como podemos comprender, hasta el siglo XIX el concepto de clase social se identifica con el funcionamiento mismo de la sociedad, tanto en sentido económico como político.

Ahora bien, aproximándonos a Karl Marx y con base en el último capítulo de su obra El Capital, podemos reconocer que asume la propuesta de los economistas ingleses Adam Smith y David Ricardo al expresar:

“Los propietarios de simple fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los propietarios de tierras, cuyas respectivas fuentes de ingresos son el salario, la ganancia y la renta del suelo, es decir, los obreros asalariados, los capitalistas y los terratenientes, forman las tres grandes clases de la sociedad moderna basada en el régimen capitalista de producción” (Citado por Theotonio dos Santos, en Concepto de clases sociales, Buenos Aires: Galerna, 1973).

Bajo esta aproximación es posible reconocer en Marx tres categorías esenciales en la definición de clases sociales; a saber: 1) la categoría de propiedad, 2) la de fuentes de ingresos y, 3) modo de producción. Es decir, los terratenientes, los capitalistas –léase la burguesía— y el proletariado –léase los asalariados o propietarios de la fuerza de trabajo. He aquí que nuestra primera aproximación, sumamente clara, es de naturaleza económica. Sin embargo, como nos es permitido asumir, esta categoría puede ser valorada bajo otros niveles de análisis, entre estos conviene destacar las aproximaciones sociológica, política e ideológica.

El propio Marx, en el mismo trabajo citado expresará la idea de que en la sociedad es empíricamente imposible encontrarse con una sociedad que como Modo de Producción muestre una pureza tal que únicamente se encuentren estas clases sociales; la “impureza” se expresa con la coexistencia de residuos de otros modos de producción y, desde luego también, con otros sectores sociales que como tales matizan y diferencian la noción de clase social. Aquí podemos referir la Pequeña Burguesía, el Lumpen proletario y, naturalmente, la burocracia. Ahora bien, si elongamos más aún hasta nuestros días la reflexión, nos encontraremos con el “trabajador informal” que con diversas “estrategias de sobrevivencia”, se allega de recursos para no morir en el intento.

Por otro lado, el mismo Marx introducirá en sus análisis otra categoría que es preciso ubicar dentro de la noción de clase social; aludo aquí a la cuestión relativa a la “conciencia de clase”.

¿Qué es la concienciación de clase y cómo se articula con la noción de clase social?

Para acercarnos a una respuesta satisfactoria a la interrogante que recién se planteó acudiré nuevamente a Marx:

“El problema que inmediatamente se plantea es éste: ¿qué es una clase? La contestación a esta pregunta se desprende en seguida de la que demos a esta otra: ¿qué es lo que convierte a los obreros asalariados, a los capitalistas y a los terratenientes en factores de las tres grandes clases sociales?” (Citado por Theotonio dos Santos, en Concepto de clases sociales, Buenos Aires: Galerna, 1973).

Al parecer he dado un “salto hacia atrás” sin haber resuelto la pregunta, pero ello no es así, vemos por qué; otra vez el mismo Marx y, también, Engels, señalarán que la conciencia de clase no puede estudiarse independientemente de las formas históricas concretas de producción. Es decir, de la explicación que se dé a la pregunta “¿qué es lo que convierte a los obreros asalariados, a los capitalistas y a los terratenientes en factores de las tres grandes clases sociales?” nos permitirá comprender qué es lo que define la conciencia de clase.

Es importante destacar que en otras obras Marx y Engels —Contribución a la crítica de le economía política, Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, La ideología alemana, Manifiesto del Partido Comunista—, en los niveles de análisis filosófico, ideológico y político, diferencian nítidamente el “ser en sí” del “ser para sí”; mutatis mutandis, también diferenciarán la “clase en sí” de la “clase para sí”. Es aquí donde debemos ser claros a la hora de diferenciar las “clases sociales” como producto de las relaciones sociales de producción objetivas y, por otro lado, la conciencia de tales relaciones objetivas, empero, aún más, cuál es la relación que existe entrambas.

A guisa de ejemplo podría expresar que un tigre es capaz de transformar su realidad por el hecho de estar física y biológicamente en su entorno natural —al cazar, nutrirse, evacuar—; sin embargo, no lo hace porque deliberadamente se proponga hacerlo para alcanzar un propósito anticipado al acto mismo; es decir, su actividad transformadora se da por su existencia en sí misma, mientras que, en los seres humanos, además, podría derivar de su conciencia e intención, o sea, para sí.

El propio Marx en su obra El Capital, Tomo I, Capítulo V lo expresará del modo siguiente:

“Partimos del supuesto del trabajo plasmado ya bajo una forma en la que pertenece exclusivamente al hombre (léase al ser humano). Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar por su perfección a más, de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir, un resultado que tenía ya existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de su actuación y al que tiene necesariamente que supeditar su voluntad. Y esta supeditación no constituye un acto aislado. Mientras permanezca trabajando, además de esforzar los órganos que trabajan, el obrero ha de aportar esa voluntad consciente del fin a que llamamos atención, atención que deberá ser tanto más reconcentrada cuanto menos atractivo sea el trabajo, por su carácter o por su ejecución, para quien lo realiza, es decir, cuanto menos disfrute de él el obrero como de un juego de sus fuerzas físicas y espirituales”. (K. Marx, El Capital, Tomo I, México: Fondo de Cultura Económica, 1964).

Partiendo de estas ideas centrales expuestas por Marx, Theotonio dos Santos escribirá la siguiente tesis:

“Podemos definir la conciencia de una clase como la representación consciente posible de sus intereses en un modo de producción dado. (… esto es…) Los individuos que componen o “personifican” estas categorías abstractas, es decir, que realizan en la práctica estas relaciones no disponen en general de los medios teóricos para representarlas en su conciencia. Las representan de un modo caótico, asistemático y fragmentario, mezclado con las ideas dominantes en su sociedad o en la que fueron educados. La sistematización de estas impresiones de un sistema de relaciones reales en la cabeza de los individuos forma la psicología de la clase. En la medida en que esta psicología de clase no expresa la realidad de estas relaciones en un sector significativo de los individuos que componen una clase, se puede conceptuar a estos agregados humanos como una clase en sí (…) Serán, sin embargo, una clase para sí en una situación social en que tome conciencia de estas relaciones bajo la forma de una ideología política que defina claramente las condiciones reales de su existencia y la contradicción entre ellas y sus intereses como clase social, así como le proponga los medios de superar esta situación. En este momento pasa a constituirse una clase para sí, es decir, una clase capaz de elaborar un proyecto de existencia social adecuado a sus intereses de clase” (Theotonio dos Santos, Concepto de clases sociales, Buenos Aires: Galerna, 1973).

Queda claro aquí que la “conciencia de clase” no es un requisito para definir a una clase social porque ésta se halla subordinada a las relaciones objetivamente existentes en el hecho de la producción económica mediante las relaciones sociales de producción. Sin embargo, la esencia de la “conciencia de clase” es la base de los procesos de transformación de las condiciones materiales de existencia. Sin ésta, el individuo, o la masa no dejarán de ser una clase social “en sí” por el hecho de ser una parte “enajenada” o “alienada” al hecho mismo de la producción; serían, en esencia, como lo representa Charles Chaplin en su obra maestra Tiempos Modernos.

Ahora bien, resulta conveniente destacar el hecho de que este nivel de análisis se enmarca perfectamente dentro de los baremos de la ideología-política que permiten identificar una postura o posición de clase, por representar y encarnar, los intereses de tal clase social, empero no permiten definir la categoría de clase social. Ésta, indudablemente se halla en los ámbitos de la práctica social en la dinámica de las relaciones sociales de producción.

Otra cuestión importante a subrayar es que tradicionalmente el concepto de ideología se ha reducido semántica y políticamente, por ello considero importante responder a una pregunta crucial: ¿Qué es la ideología?

Otra vez, revisando el Prólogo del trabajo de Marx y Engels, de su libro La ideología alemana, encontramos esta idea que abre una primera aproximación al concepto de ideología:

“Un hombre listo dio una vez en pensar que los hombres se hundían en el agua y se ahogaban simplemente porque se dejaban llevar de la idea de la gravedad. Tan pronto como se quitasen esta idea de la cabeza, considerándola por ejemplo como una idea nacida de la superstición, como una idea religiosa, quedarían sustraídos al peligro de ahogarse. Ese hombre se pasó la vida luchando contra la ilusión de la gravedad, de cuyas nocivas consecuencias le aportaban nuevas y abundantes pruebas todas las estadísticas. Este hombre listo era el prototipo de los nuevos filósofos revolucionarios alemanes” (K. Marx y F. Engels, La ideología Alemana, Montevideo, Pueblos Unidos, 1968).

Aquí me interesan dos puntos; en primer lugar, el título del trabajo, La ideología alemana (representada en este caso, tiempo y lugar por Ludwig Feuerbach, Bruno Bauer, Max Stirner y otros más), lo que implica deícticamente la existencia de otro tipo de ideologías, con un conjunto de rasgos y características que permiten identificarla y, a su vez, diferenciarla de otras ideologías; en segundo lugar, las características de la ideología alemana, como objeto de análisis, la colocan, indudablemente, como una falsa conciencia de lo que se proponen explicar y, sobremanera, transformar. Una conciencia idealista y materialista mecanicista.

De aquí, algunos confundieron ideología, en general, con “falsa conciencia”; no obstante, en el Manifiesto Comunista, al hablar de “conciencia de clase”, particularmente la del proletariado, le impone un carácter de necesidad práctica para la acción política y revolucionaria. Ergo, la relación entre ideología y verdad se resolverá en la práctica.

He aquí que Theotonio dos Santos expresará casi de manera concluyente:

“Otro aspecto de la relación entre ideología y verdad se torna muy evidente en la relación entre clases ascendentes y clases decadentes. En su momento de ascenso político y económico, la burguesía estuvo impulsada por una profunda necesidad de conocer teóricamente y de racionalismo. La economía política clásica, por ejemplo, tiene un evidente estatuto teórico especulativo mil veces superior al pragmatismo de la ciencia económica contemporánea, expresada por la célebre frase de Keynes: “a largo plazo estaremos todos muertos”. La ciencia económica latinoamericana de fines de los años 40 y de los años 50 hizo incursiones en el campo teórico especulativo, muy limitada es verdad, pero que expresaban la necesidad de constituir una ciencia capaz de superar las limitaciones que sentía el naciente capitalismo industrial latinoamericano frente a las condiciones del subdesarrollo. El vuelo fue tan breve como cortas las alas de esta burguesía y su posibilidad de desarrollo”.

Hasta aquí parece claro que las nociones de clase sociales, conciencia de clase e ideología se encuentran sinérgicamente imbricadas y trascienden claramente las ideas subyacentes a los debates que actualmente se atribuyen la representación legítima de los intereses del “pueblo”, categoría que deberemos más adelante precisar.

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