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La disputa por la agenda pública: balance del 11 al 17 de diciembre.

Aunque en la superficie parece que llegó el espíritu navideño, en la profundidad dominan cruentas batallas; en la relación México-Estados Unidos y en el gabinete de AMLO parece una batalla entre agua y aceite

Por: Carlos Garza Falla, Visitas: 1191

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Las cosas tienen un precio y estas pueden estar a la venta, pero la gente tiene dignidad, la cual es invaluable y vale mucho más que las cosas

Papa Francisco

 

En la superficie da la impresión de que el espíritu navideño se ha ido apoderando de la disputa por la agenda pública, sin embargo, hay que insistir que ello es en la superficie, pues en las aguas profundas dominan cruentas batallas. 

A los temas clásicos o dominantes de este 2020 se ha añadido en los últimos días un tema de relación bilateral entre gobiernos, México y los Estados Unidos de Norteamérica.

En general creo que es posible afirmar que la mayoría de los mexicanos sabemos que la relación con los vecinos del norte no es una relación tersa que fluya por los rieles de la cooperación y el entendimiento. Por el contario es una relación que se desenvuelve por los rieles de la confrontación y la desavenencia.

Desde los días previos al 1° de diciembre del 2018, fecha de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en los que se supo quiénes lo acompañarían en esa encomienda, ante los nombramientos de quienes ocuparían por un lado la Secretaría de Relaciones Exteriores y por el otro la Embajada de México en los Estados Unidos de Norteamérica, los versados en la cuestión señalaron que era combinar agua con aceite.

Marcelo Ebrard sería el timonel de la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Embajadora Martha Bárcena la primera Embajadora de México en los Estados Unidos de Norteamérica.

La Embajadora Bárcena es una diplomática de carrera, Marcelo Ebrard es un diplomático advenedizo, aunque haya estudiado la licenciatura en Relaciones Internacionales en el Colegio de México y algunos de sus corifeos quieran subrayar con ello que lo diplomático lo trae en la sangre y es su vocación profunda.

Al anunciar en estos días la Embajadora Bárcena su jubilación anticipada, ratifica según mi entender lo profundo de su vocación Diplomática, prefiere retirarse en la cúspide de esta y no ser atropellada por las maneras poco o nada diplomáticas con las que Marcelo se comporta al dejar en claro cada vez que le es posible, que su paso por la Secretaría de Relaciones Exteriores es para él solo un trampolín que le permita ser el elegido y estar en “la grande”.

No hay duda que Marcelo Ebrard es un hombre con muchas cualidades y ello le permite brillar en la arena pública. Sin embargo, no es un niño, - el pasado 10 de octubre cumplió 61años -  ni acaba de aparecer en ésta de manera espontánea, según wikipedea cito textual: “Comenzó su carrera política como miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), teniendo el cargo de secretario general del PRI en el D.F. (1988 a 1992) y responsable de ganar las elecciones de diputados, asambleístas y senadores no habiendo perdido ni uno solo de los 40 distritos electorales del Distrito Federal”, fin de la cita.

Marcelo hizo sus pininos en la arena pública bajo el manto protector de Manuel Camacho Solís, Jefe del entonces Departamento del Distrito Federal del 1° de diciembre de 1988 al 30 de noviembre de 1993 y sin duda se vio al lado de este sucediendo al que YSQ se refería hasta hace poco como el innombrable.

No los señaló el dedo del entonces gran elector y viven un proceso sin duda relevante y del cual es poco aun lo que los historiadores nos han entregado.

Al dejar la Jefatura de Gobierno del Departamento del Distrito Federal tienen un efímero paso por la Secretaría de Relaciones Exteriores, el cual se ve truncado cuando Manuel Camacho se auto promueve como coordinador para el Diálogo y la Reconciliación en Chiapas, el año 1994 recién iniciaba y pues hay muchos indicios de que aún no termina.

Y a propósito de 1994 permítanme un paréntesis. Si no ha visto la serie de Netflix llamada precisamente 1994 de Diego Enrique Osorno es momento de que la vea, y si ya la vieron, a lo mejor volverla a ver puede ser un buen entretenimiento-reflexión-aprendizaje, en esta temporada navideña.

Pongo en la pista del análisis comparativo de biografías la de la Embajadora Martha Bárcena y la del hoy Secretario de Relaciones Exteriores porque son dos contemporáneos ellos (la Embajadora Martha Bárcena es del año 1957, es decir dos años mayor que el hoy Secretario de Relaciones Exteriores) que se han desempeñado en el espacio público y creo que sus biografías ilustran dos cosas para mí fundamentales el cómo se entiende el poder y el cómo se entiende y asume el servicio público.

El poder según la definición clásica de Max Weber es "...la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad" a mi entender los seres humanos nos plantamos frente a esta realidad con dos actitudes diversas, la de los que ven al poder como un fin en sí mismo y la de los que lo ven como un medio para alcanzar algún otro fin, muy destacadamente la realización de un estadio de bienestar para la colectividad.

Y si bien parecería una simpleza lo que señalo creo que no lo es, creo que entorno a esas diversas maneras de entender el poder se desenvuelve buena parte de la lucha política que hemos escenificado los seres humanos a lo largo de la historia.

Para desgracia del género humano creo también que los “ganones” las más de las veces son quienes ven el poder como un fin en sí mismo y por ello la historia de la humanidad ha estado permanentemente teñida de sangre.

Y pues regresando a la pista del análisis comparativo de biografías de la Embajadora Martha Bárcena y del hoy Secretario de Relaciones Exteriores propongo la hipótesis de que la Embajadora desde que en su adolescencia empezó a tomar las decisiones relativas a la conducción de su vida se plantó frente al poder del lado de los que ven a éste como un medio, el del servicio a una causa, en su caso la de las relaciones exteriores de México.

Hoy su esposo, el también Embajador Agustín Gutiérrez Canet en su colaboración semanal en el periódico Milenio, la cual título Martha Bárcena, embajadora eminente, comparte con sus lectores una semblanza amorosa – sin duda-,  muy digna de ser leída y tomada en cuenta en la línea de argumentación que vengo desarrollando.

Por su parte el hoy Secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard tiene una trayectoria vital-profesional sinuosa que a mí me sugiere que el pertenece al grupo de los seres humanos que ven el poder como un fin en sí mismo y por ello un día se colocan al frente de las huestes priístas, para al día siguiente hacerlo de las del Sol Azteca y terminar enarbolando el estandarte de Morena.

La historia política de México nos ha enseñado que las sucesiones presidenciales se inician el día en el que está tomando posesión el nuevo Presidente de la Republica, en el caso que nos ocupa el 1° de diciembre del 2018, y desde ese momento quienes atienden la cosa pública no han dejado de señalar que Marcelo Ebrard dio un paso al frente y gritó a los cuatro vientos: “Yo quiero” y su actuar siempre desde ese momento ha sido “una pa´ti, dos pa´mi”.

Termino proponiendo que en la lógica de la “Guía Ética para la Transformación de México” el Gobierno de la 4T impulse la elaboración de material didáctico que presente múltiples biografías comparadas, de quienes hoy ocupan el espacio público ello sin duda sería un insumo de primera para definir modelos referenciales de vida que puedan inspirar a niños y jóvenes.

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