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El Camino de la Vida: Epistolario de fin de año y año nuevo

Para iniciar el 2022, el autor hace una revisión de su epistolario de los últimos 10 años, encontrando repetición de ideas y surgimiento de nuevas y originales

Por: J. Enrique Álvarez Alcántara, Visitas: 656

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PRESENTACIÓN. Este día 24 de diciembre del año 2021 me dí —del verbo dar, que no decir, en su expresión imperativa— a la tarea de leer todas y cada una de las epístolas que he escrito y que he hecho públicas durante los últimos diez años; es decir, el periodo comprendido por la segunda década de este siglo XXI y el inicio del tercer decenio.

Como resultado de esta tarea he hallado que algunas ideas se repiten mientras que otras son novedosas y originales; naturalmente, como el propósito de tales misivas era, ha sido y es, compartir un conjunto de reflexiones sobre las circunstancias y sucesos acaecidos durante el año que culminaba y, a su vez, mostrar lo que he concebido como esperanza, idea de futuro, actitud intencional y ante la vida, los hechos parecen persistir a lo largo de dicha dimensión temporal y, consecuentemente, las reflexiones y expresiones no pueden mutar a velocidades diferentes porque tercamente lo real persiste en el tiempo.

Ergo, no es, sensu strictum, repetirme año tras año porque carezca de ideas o de palabras, sino que, más bien, es evidencia clara de que seguimos enfrentando condiciones y circunstancias que habremos de transformar inexorablemente.

No me propongo con esta edición presentar, una a una, las epístolas escritas y publicadas, sino que deseo exponer, en fragmentos secuenciales, las ideas y textos que considero importantes para que podamos ver que “Arrieros somos y en el camino andamos”, que aunque hemos visto y vivido avances aún tenemos ante nosotros viejos y nuevos problemas que afrontar. Nada es para siempre.

Debo resaltar el hecho de que los años 2016-2020 no aparecen aquí porque los textos incluidos muestran las ideas contenidas en aquéllos o porque el año 2020 nos atrapó con los dedos entre la amenaza y la tortura.

 

DICIEMBRE-ENERO 2011. Ahora que los ojos escapan de sus órbitas y palpan todo cuanto topan a su paso, ahora que buscan indignados aquellos nombres con los cuales fueron bautizados decenas de miles de fantasmas que alimentan la tierra con sus huesos y que ya no viajan más, y permanecen como un recuerdo vago que impide su desvanecimiento.

Ahora que las epidermis viajan desasidas de sus cuerpos desollados, buscando entre recuerdos una entidad, la suya, que dé sentido a su existencia y pueda ser reconocida por los ojos que ya sin ver y ciegos buscan cicatrices hondas, o salientes impares, o rasgos distintivos, para retornar con calma a su mortuorio lecho.

Ahora que cabezas descaradas, sin ojos y sin lenguas, sin miradas distintivas ni palabras que su nombre digan, aparecen colgadas como esferas navideñas, o descansan en hieleras para que Salomé disfrute el beso nunca dado de Juan el Bautista, como un obsequio del Rey Herodes Antipas a su hija deseada, en bandeja de plata.

Ahora que las balas asesinas, salidas de todas partes y dirigidas a todas partes, siegan vidas juveniles y riegan con su sangre pavimentos que el verdugo dice deben se limpiados de los gritos y los pasos de estudiantes que buscan su destino, y no lo encuentran, y que sólo hallan vagas y nebulosas veredas que a la nada parecen conducir.

Ahora que la hiena engulle sus criaturas y pretende ocultar con ello, cual Saturno devorando hijos, la sangre que corre por su hocico de asesino, mientras grita y grita que su suerte es la inocencia.

Ahora que ignorantes y anencéfalos suspiran y suspiran el goce del poder eterno que buscan perpetuar para sus hambres insaciables y salpican de medios comerciales su figura torpe, su rostro vil y hueco. Ahora mismo que sin asidero pretenden arrojarnos, para que puedan mitigar sus apetitos sin la molesta presencia de los harapos y la mugre.

Ahora que palpita sólo nuestra esencia y sin más recurso que nosotros mismos, nos tenemos a nosotros y más nada, para levantarnos de cenizas y gritar a todos: ¡Héme aquí!, entero y sempiterno, para caminar con tus manos a mi lado y resucitar de entre los muertos, y al tercer día, podernos elevar sobre la muerte y construir un nuevo mundo.

Ahora puedo yo decirte camarada: Un año nuevo nos espera, y no lo dudes, mejor, porque ahora sí, sin arneses, nos llevamos sólo a nosotros mismos.

 

DICIEMBRE-ENERO 2012. Desde este pequeño espacio, en este preciso momento, perdido entre silencios, sonidos, distantes palabras —algunas huecas, otras llenas de voz—, cual si fuese un mendigo, un paria trashumante, desheredado, oculto en la orfandad de las ideas, empero lleno de sueños, esperanzas, quimeras, ilusiones, anhelos, utopías, ucronías, qué se yo, me dirijo a ustedes para extender, no mis manos, pues estas lejanas permanecen; no mis ojos, pues estos no miran ya como miraban tiempos idos; no mis labios, pues ellos besan el viento para así arrancarle verbos, sustantivos y adjetivos con los cuales pueda yo expresar las oraciones precisas que dibujen mundos nuevos… Surgidos de la fuerza poética de la imaginación prometéica y revolucionaria que exige nuestro tiempo.

Me dirijo a ustedes, Camaradas, para acercar las palabras precisas que llevan ese fuego prometéico robado a los dioses para recordar que en esta era y hora debemos realizar lo imposible, pues lo posible —decía sabiamente Simón Bolívar— lo hacen todos diariamente; por ello, a nosotros nos corresponde hacer lo imposible.

Hoy he arrancado al viento sus palabras y con ellas recuerdo a ustedes que se hallaba inscrito en délficos oráculos el destino de escritores de la libertad y de la historia; el destino de arquitectos de un mundo donde la explotación del hombre por el hombre no sea destino manifiesto; el rumbo que seguir debemos para no ser presas del engaño y la mentira.

Ni temores ni miedos paralicen sus conciencias,

ni pánico ni angustias cercenen alegrías;

dejemos de sentirnos perseguidos y observados,

tiremos por la borda incertidumbres,

arrojemos a la tierra semillas de esperanza,

cultivemos cuidadosamente nuestros sueños,

cosechemos las acciones de la lucha sin descanso.

 

DICIEMBRE-ENERO 2013. Ahora que han hablado los censores y guardianes de la ley... Ahora que pregonan a los cuatro vientos ser oídos y ojos para todos, pero sólo eso y nada más... Ahora que dirigen mensajes engolados a la patria los representantes de todos los partidos políticos... Que han convocado "líderes históricos" a sucesos que muestren su conciencia y su coherencia... Ahora que los curas y obispos y cardenales lanzan sus discursos soporíferos... Que los locos han dicho su palabra... Ahora mismo, antes de hablar, retomo del Poeta la pregunta que antecede a la palabra...

¿Han hablado ya todos?

¿Acaso falta alguna voz que se alce y diga algo?

¿Nadie falta?

¡¡¡Silencio!!!

¡¡¡Pues falta mi voz!!!

¡¡¡Falta la voz del Poeta!!!

Por ello, ahora mismo, aquí, quiero la palabra para lanzarla al cielo y que descienda como canto de pájaros, como murmullo de viento que al oído lleve dulces sueños a quienes desde esta tierra sólo escuchan las voces miserables de la traición, del engaño, la mentira y la insulsa e ingenua rebatinga de quienes se dicen engañados y mienten, en un coro de varias voces, y profieren gritos y lamentos de lloronas y cocodrilos...

Quiero la palabra para deslizarla suavemente a través de la tierra y levantar desde la raíz este inmundo y sucio ambiente y tornarlo en un espacio donde quepan todos y cada uno de los sueños que mantienen viva la esperanza, esa que alimenta la certeza de las dudas...

Quiero la palabra para como el Ave Fénix, elevar de las cenizas el espíritu blasfemo de rebeldes que niéganse a creer en destinos manifiestos y subordinaciones silenciosas a los imperativos...

Quiero la palabra para arrojarla a los rostros de cobardes, y romper los cráneos de quienes deshecha tienen nuestra patria y con sus manos la entregan a los ruines y ambiciosos intereses de Gorgonas y Hécates, y rotas sus caras y cabezas mirar por dentro y buscar qué hay allí, más allá de células y huesos...

Quiero, en fin la palabra, para acompañar los silencios de quienes no estamos muertos, ni vencidos, ni cansados, ni maltrechos, para decirles...

¡¡¡El que sigue, no lo dudes, será un año mejor, porque nuestra vida no será de derrotas o silencios!!!

¡¡¡El que sigue, no lo dudes, será un año mejor, porque nuestra vida será de gritos y blasfemias y de lucha!!!

¡¡¡Temblad!!!

¡¡¡Temblad tiranos!!!

 

DICIEMBRE-ENERO 2014. Hoy quiero escribir esta epístola a propósito del fin de un año que pudiese terminar en otra fecha y de un nuevo año, que también podría comenzar en otro momento. Los cortes en la dimensión temporal, como podemos comprender, son arbitrarios, relativos y se encuentran sujetos a una necesidad de dimensionar por etapas nuestro movimiento gravitacional, en sentido horizontal, hacia un punto que sabemos, y lo sabemos perfectamente, tiene un baremo o límite infranqueable.

Hoy deseo dirigir esta misiva a todos aquellos seres humanos que conozco, me conocen, que no conozco ni me conocen, empero que pueden conmoverse con lo que humanamente nos concierne.

Quiero utilizar las palabras, encadenadas una a una como frases u oraciones que contienen pensamientos, emociones, sentimientos, valores y creencias que puedan penetrar sus conciencias para invitarlos a compartir conmigo, contigo, consigo, con los otros, una certeza que no me deja tranquilo desde hace ya más de cuatro decenios.

Ahora mismo que los asesinos de siempre, que los mentirosos y prestidigitadores del discurso político pretenden envolvernos en los círculos concéntricos del amnésico silencio, del cómplice olvido, del torpe y cínico mirar para cualquier otro lugar que no sea su cruento y dantesco boceto de un infierno que, al decir del poeta Javier Sicilia, pretenden seguir disputándose en circos electorales y electoreros, para administrarlo como botín que deja sus miserables y mezquinas ganancias a quienes desde sus cenáculos iniciáticos babean saboreando cual perros condicionados sus huesos con algo de carne y cuero duro.

Ahora que una indefensión aprendida, que una incertidumbre sin rumbo y sin dirección muestra, o parece mostrar el horizonte, tomo cual espada flamígera la palabra para mostrar que nada está perdido, que nada tenemos que perder, pues para perder debemos poseer; y que para tener debemos arrebatar, de otro modo nada tendremos...

En esta precisa hora deseo enviar este mensaje como muestra viva de que podemos transformar este mundo en otro mundo donde quepamos todos, sin restricción alguna.

Nada tenemos, nada tendremos que no construyamos o tomemos.

El futuro es nuestro.

 

DICIEMBRE-ENERO 2015.

A todos aquéllos que tienen corazón y sangre en sus arterias.

A todos aquéllos que tienen sueños para superar el dolor de todos los días, de todas las noches.

A todos aquéllos que al levantarse cada amanecer, miran al cielo llenos de esperanzas.

Queridos y apreciados hermanos, hermanas, camaradas, compañeros y compañeras que aquí, allá, acullá, allende el mar, compartimos la esperanza de un mundo de brazos abiertos para todos, un mundo generoso, incluyente, justo, digno, en paz, sin tantas y tantas muertes, tristezas, dolores, sinsabores, frustraciones que devienen de nuestros propios actos egoístas, absurdos, mezquinos, deleznables, alienados y alienantes... Que a diario luchamos, combatimos, demandamos, exigimos, resistimos este aciago Modo de Producción Capitalista Neoliberal que nos subyuga, oprime, explota, reprime y condena al silencio, al olvido, a la inexistencia humana, a la transformación de nuestro ser en mercancías, en "Capital Humano", en ilotas, marionetas, títeres, robots, piezas de la maquinaria que mantiene estas injustas relaciones de producción y reproducción de las condiciones materiales y espirituales de existencia que hoy niegan nuestra humanidad.

Queridos y apreciados hermanos, hermanas, camaradas, compañeros y compañeras que aquí, allá, acullá, allende el mar luchamos y forjamos sueños y patria, a ustedes me dirijo esta ocasión para hacerles saber que nunca, jamás, de ningún modo, solos estarán surcando la tierra que queremos; que otros hermanos, hermanas, camaradas, compañeros y compañeras que aquí, allá, acullá, allende el mar, que no son ustedes, pero que como ustedes surcan también la tierra, acompañan sus pasos y los nuestros; que aunque parece que no nos damos cuenta que sus pies marchan allá, acullá, allende el mar, marchan y avanzan.

Queridos y apreciados hermanos, hermanas, camaradas, compañeros y compañeras que aquí, allá, acullá, allende el mar, abrigan esperanzas, construyen sueños, diseñan la patria que queremos, --qué sé yo—, a ustedes me dirijo para decirles en estas fechas, en esta era o época de dolor y de tristeza, o de sueños fugaces, efímeros, intrascendentes, vacuos, --qué sé yo—, que nada está perdido, que todo tiene sentido, que estamos aquí para seguir con los de aquí, los de allá, acullá o allende el mar.

Queridos y apreciados hermanos, hermanas, camaradas, compañeros y compañeras, a ustedes me dirijo para decirles que mientras quede sangre en mis arterias --¡y juro que me quedará!—, que mientras sueños mantengan viva mi esperanza, --¡y juro que me quedarán!—, que mientras restos de la vida misma palpite dentro de mi cuerpo, --¡y juro que palpitará!—, mi voz será la suya, mis lágrimas acompañarán las suyas y la última palabra que salga de mi boca será: ¡¡¡Venceremos!!!

 

DICIEMBRE -ENERO 2021.

No me puedo resistir, hasta ahora, y desde hace ya más de dos lustros, o un decenio, como prefieran —quienes me siguen leyendo—, a escribir una carta dirigida a ustedes como destinatarios, con motivo de este corte de tiempo tasado en años de un calendario denominado “Gregoriano”, por aquello de la eponimia.

Es necesario repetirlo: Hubo un tiempo, anterior al que ahora vivimos, en el cual la vida epistolar —léase, la comunicación mediante cartas o misivas— permitía que quienes se hallaban distanciados en tiempo y espacio pudieran mantener la comunicación a distancia mediante una —o varias— hoja de papel que contenía texto escrito el cual era portador de pensamientos, ideas, sentimientos, emociones, qué sé yo, dirigidos a quienes leían ésta y, a su vez, de la misma manera, pudiera responder éste, con otra carta, al primero.

Las oficinas de correo eran las encargadas de llevar y traer las cartas de un lugar a otro y, un personaje singular, las depositaba o entregaba a los destinatarios. A saber: El Cartero.

Hoy parece que las epístolas, las oficinas de correos y los carteros han dejado de existir, a no ser por algunos editores que han podido rescatar del olvido las cartas que se enviaban algunos personajes y las han publicado bajo el rubro de Epistolario. También, en su momento y lugar, el Subcomandante Insurgente Marcos, ahora Galeano, les dio un levantón como recurso de transmisión de ideas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Asimismo, la tradición litúrgica de la iglesia católica ha mantenido la lectura de las epístolas del Apóstol Pablo. De otra manera hoy serían parte del “Basurero de la Historia”.

Hubo un tiempo, itero, en el cual, cada fin de año, escribía un Epístola de Fin de Año y Año Nuevo dirigida por correo electrónico —uno no ha podido escapar a los nuevos tiempos y recursos— a muchos de mis conocidos.

Hoy, en el amanecer del tercer decenio de este siglo XXI, creo —del verbo creer que no del verbo saber o pensar— nadie escribe cartas, misivas o epístolas. Tal vez algunos nostálgicos como quien escribe, aquí y ahora, esta carta y quienes tengan la paciencia de leerla, mantengamos una tradición aparentemente extinta… En fin.

En esta hora y era de las “redes sociales”, de los minúsculos, breves y agramaticales mensajes y no de largos textos —no por ello más acertados e inteligentes e inteligibles los segundos que los primeros— me propongo compartir con ustedes una serie de ideas y pensamientos que me parecen sumamente necesarios.

En esta era y hora de una larga, para muchos, búsqueda de certidumbre, sosiego, tranquilidad y calma para encontrar una salida del confinamiento impuesto por una epidemia y pandemia que ya abarca los dos primeros años de esta década; de un distanciamiento físico, de nuevas pautas de comportamiento sanitario, de una comunicación mediada por recurso electrónicos y la internet, de suspensión de actividades escolares y laborales, de convivencia y recreación colectiva, de asumir como una verdad irrefutable que la seguridad se halla en lo familiar y lo personal y, por el contrario, que el peligro está en las colectividades y prácticas sociales, de tornarnos imperceptiblemente en jueces y verdugos del comportamiento de los demás, de arrojar como piedras culpas y responsabilidades a los otros que no somos nosotros, de cargar como Pípilas pesadas lozas de dolor, tristeza y melancolía por las pérdidas irreparables de vidas; sentimientos de ira, miedo, inseguridad, desesperanza e indefensión; ansiedad y angustia…

En esta misma hora que nos damos cuenta que desde antes de la epidemia y la pandemia pendíamos de un hilo imaginario de incertidumbre y vulnerabilidad, derivadas de una violencia estructural que ha dejado por cientos de miles personas asesinadas, secuestradas, “desaparecidas”, “levantadas”, violadas, desplazadas en contra de su voluntad para formar parte de la trata…

En esta misma era en que somos conscientes de que jamás volveremos al instante deseado, por algunos, de un “antes de”, o de un futuro incierto que nos espera en un futuro inexistente…

Aquí y ahora escribo estas palabras, hilvano estas frases y oraciones, confecciono para ustedes un canto que sólo los poetas pueden arrojar al cielo para que el viento los esparza y llegue a sus oídos, a través de sus ojos y su lenguaje interior que permite tal transcodificación al salmodiar su lectura.

Este canto que lágrimas acalla,

este salmo que duelos cierra,

este verso que sonríe a sus ojos,

este poema escrito para ustedes

será, tal vez, un sueño soñado despierto,

una utópica caricia,

una ucrónica promesa,

un quizás, tal vez…

Será canto de pájaros

o perfume de un huele de noche,

brisa fresca marina,

luna llena como las de octubre,

gotas de rocío al amanecer,

rayos de sol calentando la espalda,

o palabras de amor susurradas al oído…

Será una copa de vino que sosiega,

gota de licor que embriaga lentamente,

el aroma de café que te seduce,

la voz del ser amado que al haber partido

te dice claramente: no me he ido,

estaré contigo y con ustedes

cada vez que me recuerden,

cada paso que den por esta vida,

cada derrota que no los tumbe

y cada instante de su vida

gozado plenamente…

Es una arenga que convoca a la batalla,

es también un mitin y una huelga

por la vida…

Es, en fin, mi mano y mi sonrisa

que serán a partir de ahora

parte de sus sueños y esperanzas…

Nada está perdido…

 

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