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Zócalo, CdMx. Domingo 26 de enero de 2020. En el zócalo de la Ciudad de México, luego de una caminata de cuatro días desde Cuernavaca, de una provocación montada por grupos de choque al llegar al zócalo, Javier Sicilia colocó el dilema claramente: presidente, debes elegir entre el horror o la verdadera transformación del país, “tú decides, Presidente, hacia qué lado de la historia quieres caminar”.

Luego, una comisión de 12 personas, encabezadas por los académicos Jacobo Dayán y Mariclaire Acosta, además de representantes de colectivos de víctimas, ingresaron a Palacio Nacional y entregaron a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, el documento con las propuestas de justicia transicional para una nuevo política de Estado en materia de verdad, justicia y paz, además de una bandera de México “baleada” y ensangrentada.

Esa fue la conclusión de la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz, en el zócalo de la capital del país, no sin que antes, las cuatro mil personas participantes enfrentaran en silencio a un grupo de presuntos militantes de Morena, quienes intentaron por todos los medios provocar un enfrentamiento. La respuesta fue el silencio.

Javier Sicilia tomó la palabra previo a que la comisión ingresara a Palacio. Ahí, rodeado de víctimas y fotos de desaparecidos, hizo pública una cuarta carta a Andrés Manuel López Obrador en la que le colocó enfrente una disyuntiva: “continuar caminando hacia el horror” o “unirnos y llevarnos (…) hacia una verdadera transformación”.

Advirtió que durante los primeros meses de su gobierno el horror se ha agudizado, por lo que le pidió que asumiera la decisión de impulsar una política de Estado que se base “en la verdad, la justicia, el respeto y el fortalecimiento de las autonomías indígenas y de los municipios”.

Al menos en dos ocasiones le recordó que se comprometió como candidato a la presidencia y como presidente electo que se comprometió a hacer de la agenda de las víctimas la agenda del país. Sin embardo dijo, “el hecho de que le hayas dado la espalda”, “de que no atiendas el llamado” a detener los megaproyectos; “de que se criminalice la migrancia”, “de que en tus mañaneras uses un lenguaje que, lejos de llamar a la unidad, polariza a la nación”, “ha mantenido articuladas a las redes de complicidad del Estado con el crimen organizado, y sus costos en dolor y muerte han sido demasiado altos”.

Resumió los costos: “cerca de 35 mil asesinatos que se suman a los 61 mil desaparecidos –más de 5 mil en el último año—, a las cientos de miles de víctimas heredadas de las malas administraciones pasadas –prácticamente todas continúan sin conocer la verdad y mucho menos la justicia–, a un número aún mayor y todavía impreciso de torturados y desplazados, y a un grave maltrato a los migrantes centroamericanos y pueblos indígenas”.

Luego anunció que no dialogarían con el gabinete de seguridad, “porque no tenemos nada de qué hablar con ellos, este es un problema que va más allá de la seguridad”. Pero eso sí, anunció que le dejarían con los funcionarios, “los documentos con las propuestas de Justicia Transicional y, junto a la medalla Belisario Domínguez, que doña Rosario Ibarra te dejo en custodia, el símbolo de la patria que hoy está baleado, ensangrentado, invertido, secuestrado, oscurecido por asesinatos, desapariciones, despojo y destrucción de tierras,  comunidades y crímenes aberrantes”.

Pidió que en todo caso, los devuelva un día “junto con la patria restaurada como lo prometiste a las víctimas y a los pueblos indígenas durante tu campaña y a las víctimas cuando nos encontramos el 8 de mayo en el Museo Memoria y Tolerancia y, como Presidente el electo, el 14 de septiembre”.

Ya es tiempo, dijo, “de poner un verdadero alto a tanto dolor, a tanta muerte, a tanta humillación, a tanta mentira; tiempo de que al sufrimiento le palpite de nuevo el corazón y la tierra pueda florecer; tiempo de unir las fracturas ensangrentadas de la patria y de hacer con todos la verdad, la justicia y la paz que tanto necesitamos. Es tiempo de poner el vino nuevo en odres nuevas”.