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Hace un montón de años, cuando estudiaba Letras Francesas, me inscribí a la materia Introducción a la literatura italiana. Vimos a Dante, Petrarca y Boccaccio; a Maquiavelo, Ariosto y Tasso; a Manzoni y Leopardi, a los poetas Montale y Quasimodo. Hoy agregaríamos a Eco, a Svevo, a Pirandello, a Baricco.

Mi maestra -diré su nombre más adelante- era una mujer excepcional. De ascendencia guatemalteca, fue una feminista pionera. Junto con Margarita García Flores fundó la revista Fem, en la que participaron Marta Lamas, Ángeles Mastreta, Esperanza Brito, Elena Poniatowska, Margo Glantz, mujeres periodistas y escritoras que dieron voz y visibilidad a la mujer mexicana. Su primer editorial postula: "Fem propone señalar desde diferentes ángulos lo que puede y debe cambiar en la condición social de las mujeres. Invita al análisis y a la reflexión".

A esa clase iba mi compañera de letras francesas Elsa Susana Castro Rea. Éramos, a lo más, cinco alumnos. En la clase de la primera semana de 1980, una semana antes de vacaciones, nuestra maestra, Alaide Foppa -que había estudiado en Italia- nos dijo que regresaría a Guatemala -pensaba que no le pasaría nada- a ver a su hijo. Nos despedimos con cariño sin saber que jamás la volveríamos a ver. La dictadura guatemalteca la desapareció. Un feminicidio. Recordarla nos obliga a defender la causa de las mujeres. Siempre.