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Para leer en cuarentena: XXXVIII DE XL. Día del niño y la niña

Durante cuarenta días compartiré con mis amigos textos y reflexiones, no solamente literarios. Lo haré con la convicción de que la literatura y el debate inteligente son antídotos contra el tedio, la ansiedad y el catastrofismo

Por: José Antonio Lugo, Visitas: 915

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Pasó el día del niño. Un día raro, ya que los infantes hoy no fueron festejados en la escuela y tampoco los llevaroon sus padres al parque o al cine. De todos modos, felicidades a las niñas y niños.

Ahora bien, Antoine de Saint-Exupéry dedicó El principito a León Werth, "cuando era niño".

De modo que hablaré de cuando yo era niño. No por narcicismo, sino para saludar a mis compañeros de generación, que seguramente tuvieron experiencias similares a las mías.

Si hablamos de juguetes, pienso en el mecano IDEMA, antecesor del Lego; en las pistolas y rifles de dardos, en los deportistas olímpicos y soldados que venían en las cajas de Corn Flakes, en las autopistas -gané una Scalextric después de ver Robinson Crusoe e iluminar un dibujo-. Recuerdo las canicas, los hotwheels y el juguete más envidiado en la primaria: el Rolls Royce rosa de Lady Penelope, de la serie de TV inglesa Los thunderbirds.

Ya brinqué a las series, mi favorita era precisamente este programa. El genio Brains, los hermanos Tracy, Tin-Tin y Quirano, la abuela, Jeff Tracy y Parker. Maquetas y marionetas que cobraban vida mediante un trabajo arduo y meticuloso de Gerry y Silvia Anderson. Era también la época de Astroboy y Señorita Cometa -con el inolvidable Chivigón-, de Los monstruos y Los locos Adams, con el tren que dinamitaba Homero y Cleopatra, que comía albóndigas, más Dedos y Largo. El túnel del tiempo, Los Picapiedra, Don Gato y su pandilla -Panza, Cucho, Espanto, Demóstenes y Benito-, Los autos locos -con Penélope Glamour y Pedro Bello, Pierre Nodoyuna y su perro Patán-; el inspector ardilla y Morocco Topo, Los cuatro fantásticos, El Festival de Porky -eso es too, eso es too, eso es todo amigos-, Silvestre y Piolín "me pareció ver un lindo gatito". A finales de mi infancia, los episodios de Dimensión Desconocida, algunos de los cuales no me dejaban dormir.

También leía. Por supuesto, pasé por El principito, pero hubo otros libros que marcaron mi infancia. Me volvieron loco D'Artagnan, Athos, Porthos y Aramís en Los tres mosqueteros; me conmoví con la historia del escribiente florentino y con Garrón, el grandote noble que cuidaba a los más vulnerables en Corazón, de Edmundo d'Amicis; me conmoví cuando Nils no pudo despedirse de Mamá Oca en El maravilloso viaje de Nils Holgersson, me sentí un corsario en las novelas de Salgari y soñaba con ser el duque de Ventigmilia o Sandokan.

Saludo a mi niño interior -que sigue vivo y coleando- y a los niños interiores de mis amigas y amigos, de cualquier edad. Parafraseando al autor de El principito, les dedico estás líneas a cada uno, "cuando eran niños".

 

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